Editorial ABC

Sánchez, culpable de no gobernar

Todo lo que España está viviendo está muy alejado de la democracia, ningún país europeo tiene aprobada una restricción de garantías tan drástica. Pero así Sánchez gobierna a capricho

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Pedro Sánchez volvió a lograr in extremis un aval parlamentario, el quinto, para imponer la prórroga del estado de alarma durante quince días más, aunque su pretensión inicial era un mes. La votación dejó tres evidencias: la primera, que el Gobierno va a seguir gobernando por decreto y restringiendo libertades con una pírrica mayoría; la segunda, que Sánchez ha resquebrajado su alianza de investidura con los separatistas; y la tercera, que en lo único en que no ha mentido es en que no tiene ningún plan para España. Sánchez no gobierna; solo gana tiempo. Sobrevive permitiendo que su Ejecutivo alimente el guerracivilismo, y solo lo consigue de la mano siempre oportunista del PNV, de Ciudadanos a costa de su descomposición interna, y del ambivalente tacticismo de Coalición Canaria. Más aún, Sánchez lo logró con la abstención de Bildu, a quien agradeció su voto pese a que los proetarras han amenazado de muerte a la presidenta del PSOE vasco arrojando pintura roja en su portal. Esa es la psicótica atmósfera en la que Sánchez gana sus votaciones. Que cada cual lo maquille como quiera, especialmente Ciudadanos y sus alambicadas contradicciones, pero si Sánchez sigue al mando de este caos es gracias a esos partidos. Sánchez goza de patente de corso para imponer todo por decreto, sin consenso con nadie, sin consultar con la oposición, sin acuerdo con las autonomías, y sin más «gobernanza» que la que impone su oscuro núcleo duro de Moncloa. Además, Sánchez advirtió de que solicitará al Congreso nuevas prórrogas de una alarma falsa que ha convertido a España en un estado de excepción. Pero ya no necesitamos la excepcionalidad de un mando ejecutivo abusivo que se ha dedicado a prohibir a los ciudadanos siquiera respirar. Se persigue la libertad de expresión, se perturba a ciudadanos por ejercer su derecho a manifestarse, se imponen horarios y restricciones de movimientos… Todo muy alejado de la democracia, ningún país europeo tiene aprobada una restricción de garantías tan drástica. Pero así Sánchez gobierna a capricho con manotazos de autocracia.

Por eso es un chantaje inasumible que Sánchez acuse al PP de «dimitir de su responsabilidad de salvar vidas». Que Sánchez invoque la salvación de vidas es un dramático sarcasmo porque además de lamentar la pérdida de casi 30.000 enfermos, ya hay personas empobrecidas hasta el hambre. Sánchez sonríe en su escaño y culpa a los demás mientras su Gobierno fomenta el odio ideológico enardeciendo a los populismos de uno y otro signo. Pero aquí hay colas crecientes de personas en busca de comida, cainismo en las calles, familiares que no pueden despedirse de sus muertos en condiciones, desempleados de pésimo pronóstico y, sobre todo, un abuso intolerable para coartar la libertad. Sí. Sánchez es culpable de no gobernar.

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