Editorial ABC

Proteger la historia, defender la verdad

Donald Trump ha exigido aplicar una ley de protección a los monumentos de veteranos, que probablemente será insuficiente e incluso encontrará jueces que la dejen a un lado en aras de la libertad de expresión

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No faltó la extrema izquierda española a su cita con las estatuas y fijó en san Junípero Serra su primera diana, con forma de tuit de la concejal de Justicia Social, Feminismo y LGTBI de Palma, la podemita Sonia Vivas. En pocas horas, la estatua del santo mallorquín tenía una vandálica pintada con la palabra «racista», auténtica firma de la ignorancia de su autor. Por supuesto, para el equipo municipal, el tuit fue un gesto a título personal. La izquierda nunca se responsabiliza de lo que hacen sus dirigentes, pero se pasa el día exigiendo responsabilidades a la derecha de lo que pasó hace un siglo. La respuesta del Gobierno socialista frente a la ofensa al fundador de California ha sido tan inexistente como en los casos de vandalismo contra Colón, Oñate o Cervantes en suelo americano. Tampoco hay que sorprenderse, porque este revisionismo tuerto que promueve la izquierda forma parte de su agenda política general de división.

Parece mentira que estas jornadas de vandalismo consentido y jaleado por las izquierdas de ambos lados del Atlántico encuentren el contrapunto sensato en el llamamiento de Donald Trump a las Fuerzas de Seguridad de su país para que actúen contra los autores de estos ataques. El presidente ha exigido aplicar una ley de protección a los monumentos de veteranos, que probablemente será insuficiente e incluso encontrará jueces que la dejen a un lado en aras de la libertad de expresión. Sin embargo, la impunidad de estos actos abre la puerta a una espiral de reacciones en la que cualquier colectivo pueda reclamar el derecho a depurar la historia de su país de personajes que le ofenden. Sería el colmo de la arrogancia que la izquierda creyera que en su galería de antepasados ilustres no hay personas reprobables a la luz de los criterios actuales. Los hay y algunos de ellos portan bajo el brazo todo un catálogo de crímenes y atrocidades.

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