Editorial ABC

El PP debe medir sus pasos con sánchez

Casado no debe caer en una trampa eterna. Si es preciso apoyar la prórroga por el bien de los españoles, adelante. Pero si Sánchez sigue dando señales de que pervierte la democracia a capricho, sería preferible que pierda la votación

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Sánchez anunció ayer que esta semana volverá a solicitar al Congreso la autorización para una cuarta prórroga del estado de alarma, que considera imperativa para continuar luchando contra el coronavirus. El presidente advirtió incluso de que carece de un «plan B» si el Congreso no avala su decisión, lo que sonó casi a un chantaje, declinando así la responsabilidad de lo que pueda ocurrir en España hasta finales de mayo si pierde el control sobre la situación sanitaria y se desnaturaliza su «mando único». Sin embargo, Sánchez empieza a tenerlo complicado. La última prórroga fue rechazada por los diputados de Vox y la CUP, y muy discutida por socios de gobierno como ERC y el PNV. Objetivamente, el PSOE sigue sacando adelante las votaciones gracias al PP, que afronta ahora una compleja tesitura. Sánchez es un presidente ineficaz, miente sistemáticamente, amaga con ademanes de falso demócrata, y trata de disimular su concepto autoritario del poder con un paternalismo que nunca fue creíble. Por eso el PP debería dejar de apoyar cuanto antes la prórroga del estado de alarma. Si Sánchez fuese de frente, actuase movido por la sinceridad y el patriotismo, o si realmente le guiara un criterio técnico-sanitario, el PP lo tendría fácil: avalaría prolongar la alarma por sentido común y generosidad política. Pero Sánchez es un trilero de los pactos. En dos meses solo ha contactado con Casado en tres ocasiones, no más allá de tres minutos por conversación. Nunca quiso otros pactos de La Moncloa ni un acuerdo de «reconstrucción» nacional. Solo pretende que la oposición le rinda pleitesía de forma sumisa y acrítica. El papel del PP es difícil porque si no apoya la extensión de la alarma y hubiera un repunte de la enfermedad, Sánchez no tendría rubor en culpar a Casado.

Es muy probable que el PP ofrezca su apoyo a Sánchez como un ultimátum. Más aún, así debería ser: un auténtico ultimátum sin faroles porque ya no es posible apoyar cada iniciativa de Sánchez sin una contrapartida que garantice que el Gobierno social-comunista no está utilizando este estado de excepcionalidad para imponer una merma de libertades, una restricción de derechos, y la anulación de los poderes legislativo y judicial. Sánchez e Iglesias utilizan formas autocráticas para imponer una legalidad que en aspectos es dudosamente constitucional. El PP no debe caer en una trampa eterna. Si es preciso apoyar la prórroga por el bien de los españoles, adelante. Pero si Sánchez e Iglesias siguen dando señales de que pervierten la democracia a capricho, sería preferible que pierdan la votación. En España, la parte esencial del poder reside en las Cortes, no en La Moncloa. Sánchez se ha convertido en una amenaza, y el PP debe medir sus pasos para no entregarle gratis el destino de esta nación.

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