Editorial ABC

Pedro Sánchez se entrega a Maduro

La izquierda española se ratifica en su querencia por las dictaduras y autocracias bolivarianas, desmintiendo así su pretendido discurso dialogante y moderado con una actitud sectaria, propia de la coalición con Unidas Podemos

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La primera sesión de control parlamentario al Gobierno de Pedro Sánchez se centró en la sucesión de falsedades del ministro Ábalos sobre su encuentro con Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Nicolás Maduro, en el aeropuerto de Barajas. Fue un día inoportuno para que el presidente del Gobierno degradara a Juan Guaidó de presidente encargado de Venezuela a «líder de la oposición». Pocas horas antes, Guaidó había sido recibido en Caracas con golpes, insultos y empujones de una turba de chavistas. En esta dinámica de degradación progresiva de la posición española sobre la dictadura de Nicolás Maduro, la implicación de Ábalos en el escándalo de Delcy Rodríguez tiene toda su lógica. Con la declaración de Sánchez y la complacencia de Ábalos con la vulneración de las sanciones a la vicepresidenta venezolana, España se aparta de la posición europea y occidental y regresa a la sórdida política de connivencia patrocinada por José Luis Rodríguez Zapatero, agente cualificado de la estrategia internacional de Nicolás Maduro. La izquierda española se ratifica en su querencia por las dictaduras y autocracias bolivarianas, desmintiendo así su pretendido discurso dialogante y moderado con una actitud sectaria, propia de la coalición con Unidas Podemos. Dice el Gobierno que Venezuela no interesa a los españoles, confiriendo al conflicto que provoca la dictadura de Maduro una doble moral insuperable, porque, al mismo, no faltan gestos de ruptura desde La Moncloa con la política europea hacia la dictadura chavista.

En pocas semanas de legislatura, este Ejecutivo ha marcado prioridades políticas que empiezan a empujar a España a la periferia de la agenda europea e internacional. Desde el espantajo de Zapatero con la Alianza de Civilizaciones, el PSOE ha apostado, con oscilaciones, por una diplomacia de partido y no de Estado. Abonado a la farsa, el Gobierno de España se da de baja en la defensa de los demócratas venezolanos.

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