Editorial ABC
¿Pedir pactos de estado insultando al rival?
No parece razonable pedir acuerdos a base de insultos, sobre todo cuando estos se vierten después de que el PP haya estado a la altura de la grave hora que viven los españoles
Ayer continuaron los ataques del Gobierno a la oposición. En esta ocasión volvió a abrir fuego el ministro de Transportes, sugiriendo que el PP lamenta que la operación de reparto de mascarillas en el transporte haya salido «bien». Ábalos -quien desde el «Delcygate» no da pie con bola en sus declaraciones públicas; recuerden sus seis versiones distintas de aquel incidente- no es el único en esta campaña de intentar descargar sobre la oposición una actitud desleal con los intereses de los ciudadanos. Le acompañan en la maniobra Adriana Lastra, Rafael Simancas y Ander Gil, portavoces del PSOE en las Cortes, entregados en cuerpo y alma a lanzar gruesos reproches al PP, algunos de los cuales no solo superan el umbral de la mínima ética personal sino que podrían tener consecuencias en los tribunales. Conviene hablar por tanto de una estrategia meditada y conocida por el propio presidente del Gobierno después de que el pasado jueves Casado fuera tildado en el Congreso de «indigno», «inútil», «indecente» y «desleal» desde la bancada socialista. ¿Cómo puede Sánchez insistir en que haya una «desescalada política» en su presunta voluntad de alcanzar pactos de Estado? No parece razonable pedir acuerdos a base de insultos, sobre todo cuando estos se vierten después de que el PP haya estado a la altura de la grave hora que viven los españoles, apoyando los decretos de alarma y sus prórrogas. Pero ese respaldo no significa que se hayan de ocultar las torpezas ni la caótica gestión del gabinete social-comunista porque esos errores, antes y durante la eclosión de la epidemia, han multiplicado el problema y han costado vidas. Mientras el PSOE siga insultando no habrá nada que hacer. En realidad, ese doble discurso (en una mano un guante, en la otra una estaca) supone un torpe intento de desviar la atención y cargar en hombros ajenos responsabilidades propias.