Editorial ABC
Partido «Sanchista» Obrero Español
Poco a poco, Sánchez ha ido depurando a todos aquellos dirigentes que promovieron la mayor crisis interna del socialismo con la expulsión de Sánchez como secretario general
El PSOE se ha convertido en un partido carente de debate ideológico interno, y su sector crítico ha sido bruscamente anulado por Pedro Sánchez, con una dirección federal sumisa a su mandato y con un Comité Federal del todo desnaturalizado. En cierto modo, el PSOE ha dejado de ser aquel partido clásico en el que sus distintas corrientes pugnaban por ejercer su influencia sobre el secretario general y mantener una cuota proporcional de poder interno. Ahora se ha transformado sencillamente en un partido «sanchista» en el que cualquier amago de disidencia es laminado, y en el que los críticos mantienen un papel residual. Peor aún, Pedro Sánchez ha estrechado tanto su círculo de poder, que solo un pequeño núcleo del partido sabe a ciencia cierta cuál va a ser el siguiente paso que dé su secretario general.
Poco a poco, Sánchez ha ido depurando a todos aquellos dirigentes que promovieron la mayor crisis interna del socialismo con la expulsión de Sánchez como secretario general. A su vuelta, éste diseñó un partido a su medida en el que no cabe nadie más que no haya hecho una expresa profesión de fe de un sanchismo intachable. Por eso ya ni siquiera resulta un escándalo interno que tras las elecciones de noviembre solo se hayan celebrado dos reuniones de su Ejecutiva, y ninguna del Comité Federal, máximo órgano del partido entre congresos, en casi seis meses. Sánchez ha trasladado su ámbito de poder a La Moncloa, y los dirigentes, los cuadros medios y la militancia del PSOE son solo una comparsa incapaz de discutir nada. Las discrepancias expresadas por los «barones» críticos constituyen una irrelevante forma de clamar en el desierto.