Editorial ABC
Parches contra la crisis de las aerolíneas
Frente a la operación de rescate lanzada en el resto del continente para salvar a Lufthansa, Air France-KLM, Alitalia, Norwegian o Finnair, en España Iberia o Air Europa siguen a la espera de que el Gobierno mueva ficha

Fue la crítica situación a la que la pandemia y el cierre global de fronteras llevó a las aerolíneas europeas lo que obligó a las autoridades comunitarias a dar un giro radical en sus tesis liberalizadoras para permitir la nacionalización excepcional y temporal de aquellas empresas, consideradas estratégicas, a las que la parálisis del mercado amenazaba con llevar a la suspensión de pagos y al cierre. Incluso Estados Unidos salió a mediados de abril al rescate de sus compañías aéreas, sin otro horizonte que el de una quiebra como la que ayer mismo declaró Aeroméxico. En las últimas semanas, las compañías de bandera de la Unión Europea han recibido alrededor de 25.000 millones de euros de sus respectivos gobiernos -a través de fuertes desembolsos o mediante la adquisición de paquetes accionariales- para paliar los efectos de una crisis cuya profundidad ni siquiera va a reducir la tibia y desigual apertura fronteriza, en gran parte fallida, que ayer entró en vigor en la UE. Frente a la operación de rescate lanzada en el resto del continente para salvar a Lufthansa, Air France-KLM, Alitalia, Norwegian o Finnair, en España Iberia o Air Europa siguen a la espera de que el Gobierno mueva ficha, más allá de recurrir a unos parches financieros que, por la magnitud del negocio de estas compañías, son insuficientes para evitar el desastre. Con una plantilla de 16.000 empleados, un papel esencial para vertebrar la movilidad de la comunidad iberoamericana desde y hacia Europa y un peso capital en la economía nacional, dependiente del turismo, Iberia merece algo más que las promesas que ayer lanzó desde Bruselas el ministro de Transportes. Las líneas ICO de las que habla José Luis Ábalos quizá sirvan para proporcionar liquidez a empresas de mediano tamaño, pero no a gigantes cuyos pies de barro conviene cimentar con responsabilidad y altura de miras.