Editorial ABC

Mascarada para tapar el hachazo fiscal

El pacto alcanzado con los sindicatos y la patronal no es histórico, sino la prolongación de esa coartada que le permite dormir tranquilo junto a Iglesias mientras aboca a España a la ruina

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El presidente del Gobierno se sacó ayer de la manga la enésima iniciativa propagandística con un nuevo «pacto para la reactivación económica», que apunta a ser otra muestra de su caótica gestión. Sánchez quería una nueva fotografía con los sindicatos y los empresarios en La Moncloa, y la obtuvo. Sin embargo, su proyecto hace agua porque es absurdo pretender erigirse en el constructor de una nueva economía despreciando el punto de vista del empresariado, asumiendo las exigencias de Podemos, y anunciando subidas masivas de impuestos a la clase media tras unos datos de empleo demoledores. Sánchez y su Gobierno no han creado un solo empleo en dos años, y remar en dirección contraria a muchos países europeos, con una «reforma fiscal» que oculta una intensa subida del IVA y un hachazo al IRPF de los trabajadores, es un error. El presidente se ha propuesto gobernar con las cartas marcadas, si no con doble baraja. La Moncloa no habla del caso Pablo Iglesias ni de cómo el vicepresidente ha manipulado a la Justicia y a su asesora Dina Bousselham para aparecer como víctima de una operación de la que fue instigador en su propia cloaca. El Gobierno tampoco habla de pobreza ni desempleo. Con Sánchez, en España no hay dramas, ni colas del hambre. No hay recortes ni rescates europeos, porque todo es idílico en esta izquierda marcada por las mentiras. Tampoco hay crisis internas de Gobierno ni fracturas irreversibles entre ministros, sino una coalición bien «soldada». El PSOE y Podemos son sinónimos de manipulación, propaganda, agitación, maquillaje político y marketing electoral. Da igual si pacta con Ciudadanos, o si lo hace con ERC o con Bildu… Para Sánchez solo hay una premisa: sobrevivir un día más en el poder.

Sánchez incurre en un excesivo protagonismo cuando abusa de la buena voluntad de los empresarios que acuden a La Moncloa en busca de auxilio a su desesperada situación. Lo único que ha anunciado es que va a meter la mano en el bolsillo de los españoles sin renunciar a un desmesurado gasto público, y a un endeudamiento y un déficit inasumibles. El pacto alcanzado con los sindicatos y la patronal no es histórico, sino la prolongación de esa coartada que le permite dormir tranquilo junto a Iglesias mientras aboca a España a la ruina. La inmensa mayoría de las medidas anunciadas son inconsistentes y genéricas, y por eso los empresarios le afearon su obsesión por agradar a Podemos condenando a los españoles a un régimen fiscal draconiano. Y mientras Iglesias insiste en derogar la reforma laboral, Sánchez calla. Peor aún, sonríe y anula ruedas de prensa para evitar dar explicaciones. Sánchez echa de menos sus «aló presidente» durante el estado de alarma, y no quiere que nadie le pregunte cómo va a ser el sablazo a la clase trabajadora española.

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