Editorial ABC
Invertir en las FF.AA., invertir en España
No hay democracia viable sin unas Fuerzas Armadas identificadas con la sociedad a la que protegen y con los valores constitucionales que fundamentan su orden político y legal
La lucha contra la pandemia del Covid-19 ha sido una nueva ocasión para acreditar la implicación de las Fuerzas Armadas con el bienestar de la sociedad española. Este fue el núcleo del discurso, ayer, del Rey Felipe VI, con motivo del Día de las Fuerzas Armadas, que, desde 1978, se celebra en la festividad de San Fernando. En un acto sin desfile ni presencia de ciudadanos, Felipe VI reivindicó ayer el papel de las unidades militares que han estado al frente de la erradicación del virus con tareas especialmente duras. Esta faceta de las Fuerzas Armadas no es novedosa, pero sigue siendo necesario subrayarla porque su presencia no debe quedar limitada únicamente a la vertiente puramente militar. La estima de los ciudadanos por sus ejércitos se debe a la capacidad del estamento castrense para servir sin preguntar y ayudar sin exigir. Quien no vea en esta actitud de entrega al bienestar social un elemento decisivo de la fortaleza constitucional de España incurre en un grave error de apreciación. No hay democracia ni Estado de Derecho viable sin unas Fuerzas Armadas plenamente identificadas con la sociedad a la que protegen y con los valores constitucionales que fundamentan su orden político y legal. Por eso, es una irresponsabilidad que determinados miembros del Gobierno aticen su discurso político incendiario con imaginarios riesgos de sublevación militar. Mensajes como los de Pablo Iglesias o Irene Montero reflejan su falta de idoneidad para las responsabilidades ministeriales que tienen asumidas. Estarían mejor en sus corrillos de facultad que en el Consejo de Ministros. Este manoseo verbal a las Fuerzas Armadas intenta politizar su imagen ante los ciudadanos y enturbiar el sólido arraigo de nuestros militares en la sociedad española, paralelo a su prestigio internacional, ganado a pulso en innumerables misiones humanitarias en el extranjero.
Prestigio y aprecio que son fruto de la profesionalidad y la preparación de los militares españoles. Nada es gratis, de manera que, a las palabras de aliento del Rey Felipe VI, deberían seguir planes concretos de modernización militar en todos los niveles, con la financiación que corresponde a un país miembro de la OTAN y con un alto compromiso con la comunidad internacional en la pacificación de las zonas más conflictivas. La demagógica comparación entre lo que cuesta un caza y lo que cuesta un hospital, tan del agrado de los mismos que luego babean con la militarización chavista, es un engaño a los ciudadanos y establece incompatibilidades de gasto público que no deberían producirse. Mejor comparar lo que cuesta defender España con lo que cuesta, por ejemplo, un Gobierno con 23 miembros -algunos de ellos ociosos mano sobre mano- y sus correspondientes gabinetes de asesores.