Editorial ABC
La inseguridad amenaza la libertad
Ni siquiera el feminismo militante y excluyente del que hace gala la izquierda ha podido frenar una ola de violaciones
Existe una España real que late y que se manifiesta bajo el manto de demagogia con que la izquierda distorsiona sus demandas y problemas. El interés general, junto a las preocupaciones de los ciudadanos, no es precisamente lo que aparece en una agenda institucional en la que abundan los cálculos particulares y que en el plano social domina un plan de ingeniería que poco tiene que ver con las inquietudes de la mayoría de los españoles. ABC hace hoy balance de los crímenes registrados a lo largo del año pasado, con un repunte de los asesinatos y los delitos sexuales que supera de largo el 10 por ciento respecto al ejercicio anterior. Los homicidios dolosos y los asesinatos aumentaron un 14,9 por ciento; los delitos contra la libertad sexual lo hicieron en un 11,3 por ciento, con especial incidencia de las violaciones, los robos con violencia e intimidación crecieron un 9,8 por ciento y los secuestros escalaron un 11 por ciento. Los porcentajes reflejan una progresión de la actividad criminal en España que el Ejecutivo de Pedro Sánchez traspapela en su agenda por la escasa rentabilidad electoral que para la izquierda tiene una política de seguridad que el propio PSOE ha ignorado, si no combatido, con el populismo y la irresponsabilidad que lo caracterizan. Ni siquiera el feminismo militante y excluyente del que hace gala la izquierda ha podido frenar una ola de violaciones -cinco al día- que va en aumento y que debería ser, desde el rigor y al margen de la ideología de género, una prioridad para el departamento que dirige Fernando Grande-Marlaska. En el secular debate entre la libertad y la seguridad, la izquierda ha querido apostarlo todo a un valor que no puede ser absoluto y que debe encontrar su punto de equilibrio en la seguridad que nos protege y, precisamente, nos hace libres.