Grietas en el feminismo

Las vísperas del Día Internacional de la Mujer están revelando una carrera de «méritos» entre la izquierda para arrogarse la raíz, alcance y frutos de la lucha del feminismo. Las prisas y trompicones con los que se ha gestado el calamitoso texto de la ley de Libertad Sexual, presentado por la ministra de Igualdad, dan buena prueba de este intento de «patrimonializar» la defensa de los derechos de la mujer. Su resultado, lleno de incongruencias tales como que si sale adelante la ley Montero algunos delitos tendrán menos castigo penal que ahora, no hace sino avalar que lo de menos para sus autoras era mejorar la protección de las mujeres y lo de más apuntarse un tanto partidista y demagógico. Es tan evidente esta alocada espiral que semejante radicalización está provocando fisuras dentro del propio feminismo, donde algunos sectores del movimiento ven que se están desfigurando los objetivos. El feminismo radical trata de imponer una única forma de observar la defensa de la igualdad, expulsando a todas aquellas mujeres que no comparten esos medios extremados. En las antípodas está el ejemplar vídeo difundido por el PP en el que dirigentes de este partido se olvidan de echarse elogios y optan por alabar o destacar cualidades de sus rivales políticas, en el bien entendido que en ese barco caben todas las mujeres. Toda una lección ante el «espectáculo» de una vicepresidenta discutiendo con una ministra y su esposo, a la sazón también vicepresidente, miembros todos del mismo Gobierno. Además de una sandez, resulta ridículo intentar «expulsar» de la lucha y reivindicación de la mujer a la mitad de la población femenina solo por el hecho de que no voten a la izquierda. Muchas mujeres votaron a Rodríguez Zapatero, el primer presidente en declararse feminista, y sus políticas llevaron al paro a 2,5 millones de ellas. Hay muchas formas de defender a la mujer.