Editorial ABC

Un Gobierno que olvida a las empresas

En España, las ayudas aprobadas por Sánchez a las empresas suponen la sexta parte de lo que representan en Alemania y la mitad que en Francia e Italia. Y así es muy difícil

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La letra pequeña de las medidas fiscales y laborales adoptadas por el Gobierno, aquello que Pedro Sánchez bautizó como un «escudo social» contra el drama económico de la pandemia, ha demostrado que ese plan tiene mucho de farsa. Los decretos del Gobierno esconden tanta propaganda como demagogia y, desde luego, hoy es irrisorio creer en aquellas palabras de Sánchez cuando anunciaba solemnemente que no iba a permitir «que nadie se quede atrás». Ya es demasiada gente la que se está quedando en la ruina mientras asume que su único sustento es escuchar las homilías compulsivas del presidente cada tarde de fin de semana. Resulta ocioso hacer de nuevo un recuento del doble fondo que ocultan las medidas impostadas por el Gobierno, cuyas insuficiencias ya están padeciendo más de tres millones de personas con su empleo finiquitado o en barbecho. De momento, y en pleno derrumbe de nuestra economía, lo único palpable es la existencia de 20.000 millones de euros en avales financieros para empresas y autónomos, pero ni un solo euro en liquidez para nadie.

Objetivamente, las ayudas a las empresas para ayudar a la reactivación de la economía son ridículas. Hasta 22 países de nuestro entorno han aprobado aplazamientos o suspensiones generales del pago de impuestos durante meses para garantizar la liquidez de las empresas. Incluso, países como Italia o Francia han extendido estas medidas a las cotizaciones sociales. Sin embargo, en España, las raquíticas prórrogas para el pago de impuestos solo favorecen a la pequeña empresa. Nada hay previsto para la mediana y la gran empresa, que capitalizan la mayor tasa de creación de empleos. Además, el Gobierno se retrata lastimosamente si atendemos a la comparativa de las medidas adoptadas en otros países: en España suponen la sexta parte de lo que representan en Alemania, y la mitad que en Francia e Italia. La inyección de liquidez al tejido empresarial francés supone el 23 por ciento de su PIB, el de Alemania asciende al 60, el de Italia al 21, el del Reino Unido al 17… y el de España, al 11 por ciento. Los datos son tan elocuentes como tristes.

Mientras España sufre una previsión calamitosa de seis millones de parados, el endeudamiento más catastrófico en más de un siglo, y un déficit que hundirá al país durante una generación, el Gobierno desprecia a los ciudadanos con una falsa oferta de pactos de La Moncloa y se somete a caricaturescas campañas de imagen. Y no es solo la ineficacia de Sánchez lo que debe preocuparnos, sino que haya entregado la Jefatura del Gobierno a Iglesias, un autoritario y un agresor de las libertades. Es inexplicable que con estos datos económicos y con España derruida emocionalmente, el Gobierno sostenga que la salida a la crisis será «feminista y antifascista». No merecemos tanta necedad.

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