Editorial ABC
Un Gobierno a la baja
La coalición que preside Sánchez pierde respaldo en una situación en la que, paradójicamente, los ciudadanos buscan el refugio y la protección que debería brindarles la autoridad
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El dato más significativo de la encuesta de GAD3 para ABC sobre estimación de voto -realizado después del último debate sobre la prórroga del estado de alarma- es la aproximación del Partido Popular al PSOE. Los populares ganan casi siete puntos de apoyo ciudadano y suman veintiséis escaños, hasta los 115. Por su parte, el PSOE mantiene las mismas posiciones -120 diputados- que en las elecciones generales de noviembre del año pasado, e incluso recupera terreno en votos respecto del sondeo de enero pasado. La explicación de este mínimo aumento -siete décimas- es la caída muy significativa de Unidas Podemos, que pierde dos puntos porcentuales y siete escaños. Por el lado del centro-derecha, tanto Ciudadanos como Vox ven reducidos sus apoyos, especialmente Vox, que perdería diecisiete actas en el Congreso de los Diputados.
La tendencia que marca este sondeo sitúa a los partidos de centro-derecha y derecha con más del 45 por ciento de los votos y 160 escaños, sumados los dos que repetiría Navarra Suma. Por su parte, la coalición de gobierno pierde algo más de un punto y se queda en 148 diputados, siete menos que en la actualidad. Esto es un doble aviso a Pedro Sánchez: por un lado, tiene que ser leal en sus ofertas de pacto al PP, porque sin esa lealtad, el presidente del Gobierno está privando de la unidad política que predica a los españoles; por otro lado, la estabilidad de su Gobierno depende cada día más de los socios separatistas y nacionalistas.
Este escenario político revela que la crisis por el Covid-19 está produciendo cambios en los estados de opinión de los ciudadanos, sin llegar a provocar aún un vuelco sustancial en la correlación de fuerzas, pero sí anunciándolos de manera nítida. Lo cierto es que la coalición de gobierno pierde respaldo en una situación en la que, paradójicamente, los ciudadanos buscan el refugio y la protección que debería brindarles la autoridad. Más aún de un Gobierno que no deja de anunciar medidas «sociales» y de gasto público en las que los ciudadanos no terminan de creer. Además, el confinamiento y la ausencia de normalidad cotidiana están enmascarando en buena medida los dramáticos efectos de la crisis económica y laboral, que también conformarán el juicio de los ciudadanos en los próximos meses. Al margen del debate sobre la necesidad técnica de mantener o no el estado de alarma, la continuidad de esta medida extraordinaria de restricción de libertades y derechos viene bien al Gobierno para poner sordina al malestar social. Antes o después, se recuperará esa añorada normalidad y se apreciarán en toda su dimensión los estragos humanos que ha causado la crisis.