Editorial ABC
Faltaban mascarillas y sobraba propaganda
La falta de previsión, primero, y de protección, después, ha multiplicado la intensidad del golpe infligido por el coronavirus a quienes precisamente tenían encomendada la tarea de cuidar de la sociedad en los centros hospitalarios
La obsesión del Gobierno de Pedro Sánchez por cubrir con propaganda las enormes lagunas provocadas por su gestión, errática desde el comienzo de la crisis del Covid-19, no ha podido evitar que afloren las consecuencias de una política en la que ha primado el mitin sobre la ejecución de iniciativas de prevención y protección. ABC informa hoy sobre uno de los anuncios con que el Ejecutivo trató de devolver la confianza a la sociedad en plena escalada del virus de Wuhan: la adquisición de 821 millones de mascarillas con las que asegurar la higiene de los profesionales sanitarios que, en lo peor de la pandemia, luchaban por contenerla. A pesar de que los contratos suscritos por el Ejecutivo establecían plazos de entrega, sobradamente cumplidos a estas alturas, las comunidades autónomas solo han recibido alrededor de cien millones de estas mascarillas, cifra que apenas representa un 12 por ciento del total que prometió el Ejecutivo. Será el Tribunal de Cuentas el que tenga que auditar el gasto de todas estas partidas, y también el laberíntico recorrido de los fondos públicos a través de los intermediarios elegidos por el Gobierno para llegar a los mayoristas, pero el resultado provisional de la falta de material que han sufrido médicos y enfermeros resulta ya aterrador, con más de 50.000 profesionales sanitarios infectados por el Covid-19 y decenas de víctimas.
La falta de previsión, primero, y de protección, después, ha multiplicado la intensidad del golpe infligido por el coronavirus a quienes precisamente tenían encomendada la tarea de cuidar de la sociedad en los centros hospitalarios, convertidos en genuinos focos de la infección por la pasividad del Ejecutivo. No son los fantasmales «recortes» en los que se ampara la izquierda lo que merma la calidad de la atención sanitaria, sino la incompetencia, el abandono y la propaganda.