Editorial ABC

Evitar la «pandemia» presupuestaria

España no puede convertirse en una economía dogmática y subsidiada sobre una bolsa cautiva de votos a base de pagas vitalicias del Estado

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Sánchez se enfrenta a una sola oportunidad para salvar la recuperación económica de España tras la crisis del coronavirus. Ante la doble alternativa de someter a nuestro país a un diseño presupuestario estricto y avalado por Europa, que en definitiva es quien deberá rescatar nuestra economía, y la opción de un modelo de populismo extremo basado en los caprichos sectarios y estatalistas de Podemos, Sánchez no debería dudar. Europa no regala nada, y cualquier hipotético rescate llegará convenientemente condicionado por férreas medidas de control. Pero será el único modo de que el endeudamiento masivo al que forzosamente tendrá que someterse España no choque con ningún absurdo programa bolivariano de salvación nacional, o con un caciquismo fiscal inasumible para recuperar el empleo, la industrialización o reactivar el turismo. El desesperado llamamiento del empresariado español a la lógica de las cosas y a que Moncloa rectifique está más que justificado. Sánchez debe renunciar a unos presupuestos ideologizados, y sometidos a un gasto público desmesurado, a un déficit masivo y a un endeudamiento que lastre a una generación de españoles. Europa no va a aportar dinero sin una garantía de control real sobre nuestra política presupuestaria, y en ese sentido Sánchez debe asumir cuanto antes que chocará con Podemos. Esta coalición de gobierno es un error, pero Sánchez aún está a tiempo de rectificar con criterios de pragmatismo. España no puede convertirse en una economía dogmática y subsidiada sobre una bolsa cautiva de votos a base de pagas vitalicias del Estado. No necesitamos más adoctrinamiento de una izquierda radical como si el dinero creciese en los árboles. Ni tampoco más discursos falaces sobre la idea de que el Estado penaliza a los ricos para premiar a los pobres. La economía productiva es lo relevante.

Sánchez sabe que sus Presupuestos solo tendrán viabilidad si son avalados por Europa, y sostener que bastará con una mayoría suficiente en el Congreso es hacerse trampas al solitario. Además, esa hipotética mayoría está en el aire. Solo con Podemos, el PNV y ERC puede no ser suficiente, ya que el problema no sería el veto de Europa a unas cuentas expansivas e ineficientes. El giro de Sánchez hacia Ciudadanos ya ha sido bloqueado de antemano por ERC, y a su vez Ciudadanos no apoyará unos presupuestos podemitas. Por eso, tres meses después, Sánchez necesita mirar hacia el PP. Ayer el Gobierno sostuvo que no es tiempo de «matices ni de vetos cruzados». A buenas horas inicia el viraje tras haber despreciado sistemáticamente al PP, y a buenas horas olvida Sánchez que es el rey de los «vetos cruzados». Es hora de la responsabilidad, sí, pero Sánchez tiene la pésima costumbre de enfocar su política de la peor manera: nunca hace autocrítica y siempre exige claudicación a los demás.

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