Editorial ABC
La España que sí responde
Debe quedar en la memoria de todos el protagonismo de tanta gente habitualmente anónima y silenciosa
La esperanza de este país en la superación de la pandemia está puesta en la capacidad de entrega y sacrificio de quienes han asumido el combate directo contra el virus. Su generosidad es el complemento indispensable para que las medidas de confinamiento establecidas por el Gobierno surtan el efecto por todos deseado de ralentizar los contagios y dar aire a los servicios sanitarios. En medio de la zozobra que causa este drama -cientos de muertos a diario-, la sociedad tiene motivos justificados para confiar en sí misma. Acostumbrados a debates propios de sociedades ricas, España ve con orgullo la disposición heroica de decenas de miles de profesionales sanitarios, de mantenimiento y de limpieza de hospitales, a correr el riesgo de enfermar y hasta de morir por salvar a los demás. Puestos a prueba, los españoles están respondiendo con un esfuerzo colectivo que nos renueva como nación. Debe quedar en la memoria de todos el protagonismo de tanta gente habitualmente anónima y silenciosa, de la que ahora dependemos para que el impacto del confinamiento sea llevadero y permita comportarnos como una sociedad civilizada. El campo sigue alimentándonos. Los transportistas mantienen vivas las carreteras. Las empresas se vuelcan no sólo en donaciones; también en transformar sus fábricas para producir equipos sanitarios. Las Fuerzas de Seguridad y Armadas suman bajas sin dar un paso atrás. Los medios de comunicación no escatiman su presencia allí donde es necesario informar. La lista es interminable y, por esto mismo, hay esperanza de ganar al virus, por supuesto, y sobre todo de reconstruir la vida social hacia una cierta normalidad. El reto de este país es volver a serlo el día después de la pandemia. Y entonces, como ahora, los españoles dependerán de sí mismos, más que de una dirección política que, hasta ahora, ha sido defectuosa y errática.