Editorial ABC
Las empresas no se pueden quedar atrás
El acuerdo suscrito ayer por Trabajo, la patronal y los sindicatos solo tiene un punto débil, su financiación
Tras repetir el eslogan del denominado escudo social -«que nadie se quede atrás»-, la ministra de Trabajo tuvo ayer que ampliar el ángulo de su soflama populista. «Tampoco las empresas», apuntó Yolanda Díaz para admitir la importancia de un actor económico que resulta esencial para cualquier reconstrucción. Unas semanas después de anunciar a los cuatro vientos que los despidos habían sido prohibidos en España, bulo para consumo exclusivo de sus votantes, la titular de Trabajo cede ante las exigencias de la patronal para permitir que las empresas se puedan desprender de sus plantillas, y sin sobrecoste, cuando se sitúen al borde del concurso de acreedores, una medida de pura sensatez que garantiza, al menos, la supervivencia de un tejido empresarial sobre el que volver a levantar la economía nacional. Los agentes sociales también ratificaron ayer un acuerdo por el que los ERTE por fuerza mayor se prolongarán al menos hasta finales del próximo junio, lo que no solo garantiza la cobertura asistencial de millones de trabajadores, sino la respiración asistida de decenas de miles de empresas.
El acuerdo suscrito ayer por Trabajo, la patronal y los sindicatos solo tiene un punto débil, su financiación, para la que el Gobierno confía en la solidaridad de la UE. Inasumible para España, la factura de estas medidas de contención tendrá que ser girada a Bruselas, pero no va a salir gratis. Antes de la irrupción de la pandemia, el Ejecutivo de Sánchez ya sembraba dudas entre sus socios europeos por el desvío del déficit, y será después de esta crisis cuando España tenga que asumir los rigores de un rescate que no solo va a ser de carácter sanitario, en este caso incondicional, sino financiero, ajustado a la disciplina comunitaria y ajeno a los escudos del populismo.