Editorial ABC
En defensa del constitucionalismo
El acto protagonizado ayer en el País Vasco por Pablo Casado e Inés Arrimadas demuestra quién defiende la Constitución y la unidad de España por encima de intereses mezquinos
Independientemente del resultado que obtenga la coalición electoral conformada en el País Vasco por el PP y Ciudadanos, es una buena noticia que los dos partidos inequívocamente constitucionalistas concurran unidos allí donde la libertad aún está siendo coartada años después de la desaparición de ETA. Es innegable que el constitucionalismo permanece a la baja en el País Vasco, donde el PNV tiene garantizados cuatro años más de gobierno autonómico. Pero esa es precisamente su lucha: ser fiel a los principios, por más que la demoscopia y la evolución sociológica pretendan privilegiar a un nacionalismo de casta, y a un separatismo a la catalana con los herederos políticos de una banda terrorista que ni siquiera ha pedido perdón a sus víctimas. El acto conjunto protagonizado ayer en el País Vasco por Pablo Casado e Inés Arrimadas tiene mucho más valor que la mera simbología de una alianza electoral. Demuestra quién defiende la Constitución y la unidad de España por encima de otros intereses mezquinos y coyunturales. Pero aparte de eso, demuestra en una cuna del nacionalismo excluyente que la unión del centro-derecha es esencial frente a la deriva emprendida por el Gobierno de Sánchez e Iglesias. Incluso, si la ciudadanía no olvidase que el PNV es un partido tradicionalista, conservador y fiel exponente de la derecha vasca, el trabajo de desenmascarar a Sánchez sería más fácil aún.
La previsión demoscópica es que el PP baje en escaños, incluso pese a concurrir con Ciudadanos. Los problemas internos del PP en el País Vasco han sido notables en los últimos meses, y esconder la realidad no ayuda al centro-derecha. Pero el pronóstico no es en ningún caso una debacle humillante. Muy al contrario, los resultados del PP y Ciudadanos pueden tener una lectura esperanzadora a nivel nacional si se vinculan incluso a la eventual mayoría absoluta de Núñez Feijóo en Galicia. El 12-J puede ser un espaldarazo moral para el PP, pero también para Ciudadanos pese a su error de apoyar a Sánchez de forma incondicional. Arrimadas no debería perder de vista dos factores esenciales: que Sánchez e Iglesias no son fiables y que favorecen en el País Vasco un hipotético Gobierno PSE-Bildu-Podemos frente al PNV; y que la defensa de la Constitución debería ser irrenunciable. El PP y Ciudadanos están haciendo una buena labor conjunta en autonomías como Madrid, Andalucía, Castilla y León o Murcia. Es impensable que gobiernen el País Vasco, pero el partido de Arrimadas ha perdido comba en Cataluña y debe examinar profundamente por qué una vez que el sueño de Albert Rivera de convertir a Ciudadanos en el sustituto del PP se ha disipado. Por eso, con humildad, es esencial que Arrimadas se reencuentre consigo misma y asuma, más allá de los sondeos, que Sánchez es una catástrofe para España.