Editorial ABC
Confinados en la incertidumbre
El Gobierno transmite una inquietante imagen -muy real- de inseguridad en sí mismo y en la información que ofrece a los ciudadanos

Dos meses y medio después de declarar el estado de alarma y establecer un «mando único» plenipotenciario y sin precedentes, resulta que el Gobierno no sabe cuántas personas han fallecido en España por el Covid-19. El portavoz médico del Ejecutivo, Fernando Simón, lo explica con una de sus simplezas: «Hay errores de datos en todas las pandemias». Eso que dice Simón pasará en países sin la estructura administrativa y sanitaria como la española, sin capacidad de imponer un «mando único» y, sobre todo, al principio de la pandemia, no ochenta días desde su inicio. La desaparición de casi 2.000 fallecidos -seguida por la reaparición de unos cientos en los datos ofrecidos ayer- hace imposible creer al Gobierno sobre las cifras. No solo porque cuenta mal, sino porque deja fuera muchos fallecidos, por ejemplo, en residencias de ancianos o no diagnosticados de Covid-19, pero con síntomas claramente compatibles. La comparación con los modelos de defunciones previsibles aumenta los 28.000 fallecidos de los que informa el Ministerio de Sanidad.
El Gobierno transmite una inquietante imagen -muy real- de inseguridad en sí mismo y en la información que ofrece a los ciudadanos. Así no es posible dar garantías a la sociedad sobre las transiciones de fases, ni a los ciudadanos extranjeros para que vengan a España. Los cambios de criterio sobre recuento de fallecidos, sobre las mascarillas en espacios públicos, sobre la cuarentena a los turistas, sobre las rebajas y sobre todas las materias en las que el Gobierno ha dicho una cosa y su contraria han sembrado España de confusión. La prolongación abusiva del estado de alarma no ha tenido siquiera la compensación de un control fiable sobre las consecuencias letales de la pandemia. En estas condiciones el Ejecutivo está incumpliendo su deber de dirigir responsablemente al país y confinándolo en la incertidumbre.