Bienvenido al Estado, señor Presidente

La conferencia que ayer mantuvo el presidente del Gobierno con los presidentes autonómicos reeditó la tensión entre los ejecutivos vasco y catalán con el «mando único» del estado de alarma. Tanto Urkullu como Torra se quejaron de la invasión de competencias autonómicas y de la imposición de decisiones desde Madrid. Frente a esta presión nacionalista, Pedro Sánchez se atuvo a la autoridad que el estado de alarma le confiere y aseguró que la «desescalada» será controlada por el mando único a cuyo frente está el ministro de Sanidad, Salvador Illa.

Bienvenido al Estado, señor presidente, porque ese Estado cuya autoridad defiende quedó convertido en mercancía política en los pactos que el PSOE firmó con el PNV y ERC. Para el Estado, la deslealtad de los nacionalismos es mucho peor que esos supuestos y nunca concretados recortes sanitarios que los portavoces de la izquierda endosan al PP. Un Estado fuerte, más que dinero, necesita recursos legales para asegurar su autoridad en situaciones de crisis nacional. Si Sánchez quiere realmente organizar una buena y eficaz superación de la pandemia, debe empezar por proteger al Estado no de quienes creen en él, como los partidos constitucionalistas a los que engaña siempre que puede, sino de sus socios separatistas. Bastaría comparar las trabas de Torra y las protestas continuas de Urkullu con la colaboración del resto de gobiernos autonómicos para saber dónde tiene Sánchez la seguridad de una colaboración sin reservas. Es cierto que de esta crisis todos vamos a salir con muchas lecciones aprendidas, pero, para el modelo de convivencia social y de cooperación administrativa que se avecina, es imprescindible que el PSOE aplique la lección de su reencuentro con el Estado. No con ese Estado que devora fondos públicos, sino con ese Estado garante de la unidad y la igualdad entre españoles.