Editorial ABC
Abascal escora su proyecto
El líder de Vox mezcla postulados coherentes para cualquier ciudadano que quiera a Sánchez fuera del Gobierno con exacerbaciones sobreactuadas que dejan campo libre al PP
La primera sesión de la moción de censura fue un ejercicio inane para el ciudadano porque nada va a alterar sensiblemente un panorama político que Pedro Sánchez seguirá utilizando en favor de su proyecto sectario para España. En todo caso, la sesión parlamentaria sirvió para que el candidato de Vox, Santiago Abascal, escorase su discurso y acentuase un proyecto basado en la emocionalidad, en la exacerbación ideológica y en su identificación con lo que denominó «partidos patriotas» de Europa que, paradójicamente, han hecho del antieuropeísmo su causa y bandera. Abascal arremetió contra el Gobierno de China, alentó la teoría de una conspiración vírica deliberada contra el mundo, ensalzó a Donald Trump, y nutrió su discurso con dosis de populismo encendido. La «batalla cultural» contra la izquierda, la condena drástica del independentismo, o el desprecio a Bildu y a los partidos que simpatizan con el pasado de ETA y blanquean al terrorismo, forman parte de un discurso coherente y compatible con la inmensa parte del electorado del centro-derecha en nuestro país. Igual ocurre con muchas de las críticas que lanzó Vox contra el Gobierno de Pedro Sánchez por su afán destructivo contra nuestra democracia tal y como fue concebida en la Transición. Sin embargo, su retrato de una Europa insolvente, su discurso en exceso irreflexivo sobre el fenómeno de la inmigración, y su sobreactuada acusación al Ejecutivo por «ilegítimo y criminal» se corresponden más con la búsqueda de titulares y con la identificación de Vox con eslóganes programáticos de confrontación que con la mesura. Sánchez no merece ser presidente del Gobierno porque, en efecto, está abocando a los españoles a una ruina masiva y porque su coalición con Podemos lo ha empujado a defender postulados drásticamente alejados del constitucionalismo. Pero no es un Ejecutivo criminal.
Uno de los objetivos de Abascal no fue solo retratar el evidente daño que Sánchez está haciendo a nuestro país, sino situar al PP ante una disyuntiva imposible. Sin embargo, su discurso deja libre al PP una vía muy ancha para la defensa de una derecha constructiva con la que reafirmar su condición de principal partido de la oposición con opciones factibles de alcanzar un día el Gobierno. De momento, tanto Sánchez como Abascal trataron de utilizar al PP a conveniencia de parte, lo cual no tiene necesariamente por qué perjudicar a Casado si sabe aprovechar las bazas que le está brindando Vox. Sánchez se ha convertido en un especialista en estigmatizar a la derecha sin distinguir entre partidos, y sus ofertas de ayer a Casado son solo un ejercicio de cinismo. Pero el dato evidente es que mientras persista la fractura en la derecha -y ayer fue muy notorio que la unidad sigue lejos de conseguirse- estará en minoría frente a la izquierda.