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Danzad, malditos

enrique montiel de arnáiz
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Me gusta cuando bailan porque están como ausentes, y me oyen desde lejos, y mi voto no les toca. Imbuidos en un disfraz de cotidianeidad pretenden que olvidemos todos estos años de desesperanza y traición. Danzad, danzad, malditos. Poneos las zapatillas y ensayad un vals inaugural de boda gay-viotil. Seguid la estela de Clinton, que con su «Macarena» constató que hasta los políticos pueden tener cinco minutos de gloria.

Copiad, copiad, malditos. En la campaña de las elecciones catalanas surgió un político bajo las axilas de Pedro Sánchez que sisó su protagonismo con un baile triunfal de un tema de Queen. Miquel Iceta se travistió en el Freddie Mercury socialista, conquistándonos con su baile nervioso y desacompasado en el que divisamos a uno de los nuestros, de los que cruzan el codo en la barra y sólo se sacuden las telarañas si hay una rubia en juego. Seamos justos: en los debates lo hizo bien. Y los mismos que criticaron su alocada actuación se doblegaron ante la certeza de que los que votamos valoramos más una bella voz o la gracilidad de un zapateado de claqué que la estructuración de un discurso o la oratoria ciceronesca. No nos tragamos ya los bulos de los programas electorales. Si nos vais a engañar, bailarines, que sea con arte y en tablao.

No sé si Arriola emigró ya al hogar del pensionista o sigue intentando justificar su inmerecido sueldo, pero la constante presencia de ministros en programas de televisión denota el inicio de la campaña electoral. Uno de las pocos rostros que aun puede exhibir el PP sin temor es el de Soraya, y no hablo de la cantante extremeña, sino de la Sáenz de Santamaría. Su baile en el Hormiguero intenta subsanar la tara comunicativa que poseen sus compañeros azules. La Vice ha demostrado que los abogados sabemos mover las caderas, incluso los del Estado.

Danzad, danzad, malditos, exclamamos los vaqueros con el voto entre los dientes mientras disparamos nuestros colts a los pies de estos políticos infantilistas y medrosos que ven llegar el 20-D tan rápido como el juego de pies de Fred Astaire.