El Hara-Kichi
Actualizado:Canta Sia que, al romperles el corazón, las niñas grandes lloran como ricos de la telenovela o chicos de Miguel Bosé. El ser humano es llorón por naturaleza aunque a veces finja su llanto y otras busque con su uso la recompensa de la dulce mamada. Por cierto, la portada del disco de Sia -'1000 formas de miedo'- muestra un peluquín de mujer aplatinadamente teofilesco, pesadilla y obsesión de Eulogios y Bozas. La política es arte de llantos, rencores y cuitas, algo que, desgraciadamente, han asumido los nuevos dirigentes anti-casta. El alcalde González debería rezar al laico Nazareno por nuestras almas inexistentes y alejarse de mítines lejanos y de platós, abandonar el marketing político de alcoba y centrarse en los gaditanos plañideros, ricos o pobres, galgos o podencos. José María González suele confundir roles y cargos: cada semana llora inguinal mente en tiesto nuevo. Transcurrieron cien oportunidades perdidas de exhibir prudencia en vez de inmolarse a sus emperadores anticapitalistas del sol naciente; de disfrutar con su harakiri mientras vuela hacia el buque escuela chileno.
Los llantos, los días y los miedos pasan a velocidad de un crucero que vomita turistas y guardia marinas al muelle, ajenos a las terroríficas matanzas producidas en sus sentinas antes de que naciera el Kichi de las tres ces: carnaval, cofradías y Cádiz CF. Cien días son pocos o son muchos, dependiendo de si eres gallego. Transcurrió una centena de cortesías que a algunos pareció una década y a otros el lapso en el que un clavel florece sólo para dormir la muerte fragante. Cien no, trescientos días ofrecería yo a estos aprendices de edil siempre que gobernaran en interés de todos sus vecinos y no deambularan por los montes buscando leña de árbol caído para su fogata, ansiando exhibir en pica la faz descabezada de sus rivales como el trotskista que llora tras agotar sus víctimas. Intente, alcalde, que el miedo que provoca desconocer los entresijos de la gestión municipal no agrande nuestro miedo a ser mal gobernados. Deje llanto, rencor y marketing y hágase grande, sea ejemplar. En las sentinas de buques fantasma no encontrará reconocimiento, sino suicidio electoral: el también llamado hara-kichi.