No me gusta
A más de uno nos gustaría que la realidad fuese tan fácil como aparenta en las redes sociales.
Actualizado:A más de uno nos gustaría que la realidad fuese tan fácil como aparenta en las redes sociales. Un café, un me gusta, unos pies al borde de una piscina, un emoticono tirando un beso. qué le voy a contar que usted no haya sufrido en sus carnes virtuales. El visillo estratégicamente colocado que dio paso a la discreta mirilla es hoy ese patio de vecinos descaradamente felices que viajan, comen, sueñan a través del ordenador. Para ellos, y para sus bienpensantes conciencias, Mark Zuckerberg ha diseñado el 'Dislike', un botón con el que poder -por fin- decirle a su vecina Carmeluchi que no le gusta absolutamente nada lo que publica. Bueno, ya sé que no es para eso, sino «para empatizar», es decir, para no quedar como un depravado mental ante algunas situaciones -las menos- tristes o desagradables que se publican en la red.
A mí, qué quiere que le diga, lo que de verdad me gustaría es que la realidad tuviese también un botón de esos de 'no me gusta' -y además, me gustaría que alguna gente tuviese un mando a distancia con el que quitarle volumen o cambiar su frecuencia, pero eso ya es un poco Minority Report- para dejar constancia de que no somos ni borregos ni pulgas amaestradas. Porque hay cosas que ni a usted ni a mí nos gustan.
Verá, no me gusta que, con los cien días encima de la mesa, este Ayuntamiento no haya aún contentado ni siquiera a sus propios votantes -no hay que olvidar que las explicaciones más feroces se las han pedido al señor alcalde en sus círculos más próximos-. No me gusta que hayan hecho del «un pasito palante, María, un pasito patrás» el himno oficioso de la ciudad donde, hasta el momento, todo ha sido un «sí, pero no». Municipalizar las empresas, ampliar las barbacoas, cambiar el nomenclátor.siga, siga usted pensando. De momento, lo único que hemos sacado en claro es que a la final del COAC irán cuatro agrupaciones por modalidad, una decisión que al parecer, era de las cosas demandadas por esta ciudad de las emergencias sociales. En fin. No estará hecha la miel para la boca del burro y posiblemente no entendemos la sutileza de esta manera de gobernar.
Ahora bien, si hay algo que realmente no entiendo es la necesidad de convertir en asuntos casi de estado todos y cada uno de los movimientos del alcalde, sobre todo en temas que trascienden la política estrictamente municipal y que se representan en los escenarios del astracán. Y me explico. Si el señor alcalde no quiere subir al 'Esmeralda' porque le duele la historia más que a los propios chilenos, que a simple vista han superado sus traumas, me parece estupendo. Nada, salvo su cargo, le obligaba a subir, aunque nadie parece habérselo dicho. El buque chileno fue un lugar de tortura y muerte, sí, de tortura y de muerte, insisto; como también lo fueron el castillo de Santa Catalina, la Cárcel Real, los fosos de Puerta Tierra, la misma playa y tantos y tantos sitios donde la injusticia y la ceguera humana elaboraron el catálogo de la infamia. Hay que tener claro que la historia es la historia y la memoria es la facultad humana -como la imaginación, la conciencia o la voluntad- que permite retener y recordar hechos históricos. Retener, recordar, reprobar, repudiar y reconstruir, nunca destruir.
Porque hoy la Cárcel Real convertida en Casa de Iberoamérica, del mismo modo que el Penal de El Puerto que desde 2014 es 'Lugar para la Memoria Histórica', han dado luz a su propia historia y trascendiendo a su pasado soy hoy lugares para la cultura, para el encuentro, para la conciliación. A nadie se le ocurre decir que no ha visitado la exposición 'Los objetos hablan' -cierra hoy, por si acaso- porque la Cárcel Real simboliza «el asesinato de la democracia», porque aunque todos sabemos lo que dice la historia, tenemos el mecanismo de la memoria para atemperar y poner en su justa medida el dolor del pasado.
Sí estoy de acuerdo con el alcalde en una cosa, «es importante no mirar para otro lado, no olvidar». Por eso es que siempre he pensado que para tejer el futuro es necesario cardar mucho la lana del pasado. Es decir, hay que airear mucho ese cuarto de atrás que todos tenemos, abriendo ventanas y encendiendo luces, echando lejía y sacando toda la porquería que hemos ido acumulando durante años. Conocer bien de dónde venimos para plantear a dónde vamos.
En fin, que a nuestro Ayuntamiento le ha gustado mucho lo de Amsterdam y esa protesta ciudadana -ciudadana, insisto- que mostró enérgicamente su rechazo a la participación del Esmeralda por su repugnante pasado en la 'Sail Amsterdam 2015', y ha querido hacer lo mismo.
Mirar hacia afuera. Que digo yo, que ya puestos, también podría haber mirado lo de las bicicletas en Amsterdam y empezar a buscar una solución de verdad al mamarracho de carril de bici que tenemos en la ciudad, ahora que está celebrando la semana de la movilidad; o podría haber mirado el puente de Erasmo en Rotterdam, ya que tanto se parece al nuestro, y asumir, de una vez por todas, que de momento tenemos lo que tenemos, un magnífico puente para ir al Piojito.