Sólo fue un anuncio pero qué anuncio

Cada vez que se celebra un gran evento deportivo, de carácter nacional o mundial, de distinta relevancia, llega el mismo debate. Las administraciones públicas y los promotores se esfuerzan en difundir los beneficios publicitarios, turísticos y económicos de la convocatoria. Al otro lado, los escépticos que siempre cuestionan que el coste de la organización tenga unos efectos reales, cuantificables, positivos.

La discusión se reproduce de forma cíclica e inevitable antes de cada mundial de fútbol o baloncesto, de cada edición de los juegos olímpicos, de cada final de un torneo de renombre nacional o continental. Las preguntas vienen a ser las mismas: ¿merecen la pena los gastos y las molestias a los ciudadanos? ¿realmente supone un beneficio directo la retransmisión del evento?

La respuesta más objetiva y veraz dependerá mucho de cada edición de cada evento. El que ayer se produjo en Cádiz, la Vuelta Ciclista a España, tiene un efecto limitado. Su capacidad para dar a conocer paisajes y ciudades alcanza a los aficionados a este deporte y nadie pude asegurar que influya en la elección de vacaciones o escapadas. Con ser cierto que supone un anuncio, como tantos en distintos soportes, cabe decir que el de ayer fue uno excepcional. La imagen ofrecida por Cádiz resultó espectacular gracias al despliegue técnico de Televisión Española. La sensación transmitida se acercó a la de una ciudad capaz de mostrar una asombrosa obra de ingeniería, además de sus ya conocidas bellezas, ligadas al mar, a su luz, sus playas o su casco antiguo.

Si bien resultaría osado adjudicar a esta retransmisión una cantidad concreta de ingresos o visitas turísticas futuras, también es verdad que otorga un prestigio colectivo, una impresión positiva que nunca está de más. Ahora está en otros, en todos, mantenerla y darle continuidad con hechos.