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EL APUNTE

Digno de imitar

Las localidades de Conil y Vejer han aplicado una serie de políticas necesarias para evitar convertirse en el centro del descontrol y la borrachera

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Pocas veces trasciende, una vez cruzados los límites de la provincia, todo lo bueno que tiene Cádiz. Más allá de las playas, si se pregunta fuera de Andalucía, mucha gente se refiere a esta tierra como la cuna del desempleo, nadie tiene de nada y la gestión de sus políticos es más bien endeble. Todo esto se refuerza, más aún, cuando algunos de los dirigentes gaditanos acuden a las televisiones nacionales con el 'objetivo' de poner en el mapa a su localidad, y acaban dando una imagen de la misma que más vale salir huyendo de ella.

Y es que no hace falta incidir siempre en las penurias, a veces también está bien destacar los logros, como los conseguidos por políticos que realizan una gran gestión y que podrían servir de ejemplo para muchas otras ciudades del país. Este es el caso de los que conforman los gobiernos de Conil y de Vejer.

Ambos trabajan desde hace años para evitar que sus localidades se conviertan en el punto de reunión de aquellos que buscan una diversión basada en borracheras y desenfreno, sin importar cómo ni cuánto.

En 2010, el Ayuntamiento de Conil se dio cuenta de que no podía seguir permitiendo que su pueblo diese una imagen de fiesta y locura al resto del país y tenía que ponerle fin, antes de transformarse en Salou o en lo que, de unos años a esta parte, se ha convertido Magaluf. Aplicó políticas para evitarlo y así consiguió que Conil volviese a ser un lugar ideal para veranear y vivir, con un turismo «tranquilo y controlado».

Vejer ha hecho lo mismo, sobre todo, en la zona de El Palmar, que desde hace un par de años ha incrementado el numero de locales instalados en la zona, por lo que el Ayuntamiento ha considerado necesario aplicar medidas para evitar que se les fuese de las manos.

Estas políticas son tan buenas que son necesarias darlas a conocer.