CÁDIZ
Lunes negro para abrir la segunda mitad de mandato
El gobierno local entra en una nueva etapa tras una semana en la que demuestra temer su dependencia del PSOE
Parecía un lunes cualquiera, cargado y cargante como tantos, pero sin más. Acabó por ser definitivo para el gobierno municipal, para sus relaciones con la oposición, de las que depende. De ese día, anodino y anónimo, parte insospechadamente la segunda etapa del ejecutivo local, una en la que teme, realmente y por primera vez, que el PSOE le quite la Alcaldía antes de 2019. Esa prevención que no ha tenido en el primer año y medio de mandato.
Tanto lo teme que ha sido capaz de comprometer la tele local (joya de su corona y de anteriores monarcas locales), de dejar en evidencia a concejales y asesores por tal de no dañar el sustento político del regidor. Los dos mínimos acontecimientos que provocaron el cambio de ciclo se produjeron el mismo día, ese lunes 14, a kilómetros de distancia y con unas ocho horas de diferencia. Antes de mediodía, la teórica primera ciudadana de Andalucía, la presidenta de la Junta, iniciaba una gira televisiva para declarar el alivio de luto por la muerte política de Pedro Sánchez, perpetrada por ella misma en compañía de otros.
Las entrevistas eran su resurrección. Repasó varios asuntos en dos emisoras nacionales. Uno de ellos fue el pacto, de investidura siquiera, con varios gobiernos locales o autonómicos. El de Cádiz es el que más cerca le queda en Andalucía. Vino a decir que ese acuerdo, el voto afirmativo de los cinco ediles socialistas, que permitió a Podemos-Ganemos acceder a la Alcaldía fue una decisión de «la anterior Ejecutiva», la maligna, la perversa, la de Pedro Sánchez. Lanzó un capote para decir que la opción de renovar a Teófila Martínez tampoco le producía euforia pero dejaba sobre la pantalla la sensación de que no compartía esa decisión. Por lógica, cabe pensar que estaría dispuesta a revisarla si llega a dirigir el partido, si logra sacudirse la mala imagen orgánica y pública que arrastra por toneladas desde el ‘pedricidio’.
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Ya sin sol, unas ocho horas después, en Londres (la calle conocida así en Cádiz), un personaje anónimo graba un programa de radio para subirlo a internet. Ha sido asesor del PSOE (del vicepresidente Pérez Peralta) entre 2007 y 2011. Fue colaborador de Marta Meléndez durante su campaña electoral a la Alcaldía, también en 2011. Luego hostelero, poeta vocacional, comercial... Un renacentista inquieto para sus amigos. Un buscavidas para otros (de los que tanto proliferaron en el gobierno local del PP, de los que tanto aparecen en los cambios de gobierno local en cualquier sitio, en busca de ingresos o reconocimiento). Un ciudadano más para el común de los vecinos.
A ese hombre, que se anuncia como responsable municipal de Cultura según el edil popular Ignacio Romaní (rueda de prensa del 17 de noviembre), le habían encargado un espacio de radio en Onda Cádiz. Emitió un sólo programa, el lunes 7 de noviembre. Llevó a Marta Meléndez para analizar la crisis local y nacional del PSOE. Ambos son declarados enemigos del actual portavoz socialista Fran González, incluso con querellas de por medio. Dedican el programa a sacudir ese avispero, principalmente.
El nombre y el síntoma
El siguiente programa de este mismo autor, el segundo, lo hizo ya en el club de trabajadores municipales, fuera de la emisora pública, por su cuenta, por internet. Dedicó los primeros ocho minutos a denunciar que David Navarro, número dos del gobierno municipal de Podemos y consejero delegado de Onda Cádiz; José Vicente Barcia , jefe de gabinete de la Alcaldía y máximo dirigente no electo de la formación en Cádiz y Joaquín Castro, gerente de la emisora, le habían citado el jueves 10 en el Ayuntamiento. Que le habían dicho que comprometía la «pluralidad» (palabra de la semana) y que no convenía tocarle las narices al PSOE en este momento, por si acaso. Que tenía que eludir esa crisis y algunos contenidos en su programa (polémicas locales como el estado de la limpieza pública o el desencuentro con los chiringuitos) para centrarse en otras historias, «como hablar de Donald Trump».
Luciano Albarrán –que así se llama el presentador– suelta su discurso en la red y desata las gomas de varias caretas. El denunciante, este locutor efímero, es uno de los suyos. Por tanto, no se trata de un miembro de la caverna mediática local (ahora llamada «los medios del fango» por los afines). Es uno de dentro el que dice que los programas se dan y se quitan a capricho, que un responsable del partido trata de controlar los contenidos, que convoca y dirige reuniones. En la práctica, viene a confesar que los dirigentes de Podemos incurren en lo mismo que denuncian.
Durante un año y medio, a través de medios de comunicación promovidos por los círculos de Podemos en Cádiz o cercanos a sus postulados, se ha divulgado la idea de que periódicos o radios críticos son enemigos, que manipulan y cocinan contenidos, que ocultan informaciones y exaltan otras con intención de influir en los votantes y en las relaciones en la política local. Es decir, lo mismo que –según el locutor díscolo– hicieron Barcia, Navarro y Castro. Con un agravante decisivo. Las empresas del « fango », periódicos, radios o televisiones discrepantes o de línea editorial conservadora, son privados, se enfrentan a la reacción de oyentes o lectores que les pueden abandonar, dejar de leer, ver o escuchar, juegan con su dinero.
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En el caso que destapa Albarrán, el medio de comunicación que presuntamente juega a la manipulación (negada rotunda y formalmente el viernes por los representantes de la plantilla) es público , está sostenido por dinero de todos, los que quieran atender y los que no, compartan o no sus contenidos, oigan o vean sus programas o no. Los ciudadanos pagan de todas formas. El hecho de que el PP hubiera incurrido en las mismas prácticas durante años de forma perseverante no elimina el bochorno. Un error anterior no justifica uno nuevo, no se neutralizan, se alimentan, se agravan. Sobre todo si el que comete el nuevo criticó de forma fiera el precedente.
El pasado miércoles, 48 horas después de que hablaran Susana Díaz y Luciano Albarrán –nunca imaginó nadie que pudieran aparecer juntos en la misma frase–, la presidenta de Onda Cádiz dimite. María Fernández-Trujillo, de Ciudadanos, se va . Tras una desagradable reunión del Consejo de Administración de la emisora, de tres horas, dice que renuncia porque se siente impotente y traicionada, «todo se decide a espaldas del consejo, se ponen y se quitan programas, se contrata y se despide». Es decir, se manipula. De pronto, el emperador está desnudo. Alguien lo dice y todos lo ven. La representante del PSOE, María José Rodríguez Vega , va más allá y expande otra clave de la política local gaditana de los últimos 18 meses: mete el nombre propio de Barcia, el sustantivo marionetas y el verbo manejar en la misma frase. Viene a decir que es el sucesor de Jorge Moreno (PP), un factotum en la sombra, el que lo decide todo sin medirse a las urnas. Otra vieja crítica que parece contagiarse del supuesto antiguo régimen al presuntamente nuevo.
En la reunión, el PP se abstiene y salva a Navarro . Protege a Castro. Justifica su sorprendente decisión con el hecho de que PSOE y C’s apoyaran en su día a David Navarro como consejero delegado de Onda Cádiz. Para completar el surtido de contradicciones, la propia expresidenta Fernández-Trujillo se deshizo en halagos a la independencia de la emisora sólo 15 días antes de este episodio de ruptura, en la gala de presentación de la temporada. Esa oratoria se contradice con sus mismas palabras del pasado miércoles, en las que dijo que llevaba «un año» esperando que se aplicaran medidas para fomentar la transparencia en la entidad pública.
Los socialistas dejan caer que los populares no quieren líos en Onda Cádiz (y en otras empresas municipales) no vaya a ser que los de Podemos abran cajones en busca de más gafas de espía. La justificación de Podemos a todo el incidente es blanda. Admite la reunión, no quiere negar que la presidió Barcia, califica el programa (una anécdota, la mariposa del terremoto) como «un error» y justifica los asombrosos métodos para retirarlo. Trata de defender que un año largo de rigor en Onda Cádiz no queda empañado por un incidente.
De repente, un temor
La conclusión final que une los dos discursos, los dos episodios, el de la presidenta de la Junta y el debutante presentador, es que el gobierno local de Cádiz se ve, de repente, vulnerable ante un cambio de opinión del PSOE.
La moción de censura siempre se vio lejana. A los socialistas les supondría un precio en sangre electoral –aún más– permitir que Teófila Martínez volviera a la Alcaldía siquiera con una abstención pero el precedente de Mariano Rajoy lo acerca levemente. Las palabras de Susana Díaz, también. El gesto de retirar un programa de radio a costa del ridículo por tal de no molestar a los socialistas locales, lo refuerza. El hecho de que la grieta simbólica pero sintomática llegara a través de uno de uno de los afines tampoco es nueva ni casual. En los últimos dos meses, el Ayuntamiento de Cádiz ha visto como un informe de la asociación de responsables de servicios sociales , independiente y apolítica, le afeaba haber recortado el 20% en ayudas a los más vulnerables: su mayor bandera.
La asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía también aseguró en un comunicado, este mismo otoño, que la gestión en este apartado fundamental era muy decepcionante, ineficaz. La llamada telefónica de Teresa Rodríguez a los dirigentes de este colectivo, con un considerable tono de indignación, es la mejor prueba de que estas opiniones duelen.
Año y medio después de la toma de posesión, el discurso basado en el rechazo al PP se desgasta, los ciudadanos piden gestión y hasta grupos (o personas como el locutor) cercanas al gobierno local se atreven a denunciar. Como testigo –mudo, cuando no aparece Susana Díaz en televisión–, el PSOE observa y a veces da con los nudillos en la mesa, como un fascinante presidente de ficción, para recordar que su palabra sigue siendo ley. Incluso en su peor momento histórico.
Todos los hombres y mujeres del alcalde lo tienen bien presente desde esta semana. Concretamente, desde el lunes.
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