Cádiz debe escarmentar en flora ajena

El debate sobre el ficus de San Jacinto recuerda a pérdidas tan dolorosas como el drago del Tinte y aconseja velar por el patrimonio natural de la ciudad

Parece que fue ayer pero ha pasado más de una década desde que Cádiz perdiera el drago situado en el patio de la antigua Escuela de Bellas Artes, en el callejón del Tinte. El árbol tenía 12 metros de altura y una vida estimada en ... 250 años. Inclinándose de forma peligrosa, debido a las dimensiones de su copa, corría peligro de caída pero sobre todo mostraba graves signos de enfermedad. Las instituciones públicas exigieron, unas a otras, soluciones para recuperar un ejemplar histórico, de gran valor para el patrimonio natural gaditano. Finalmente, mientras se celebraba el debate público, el árbol murió. Aún hoy, un olivo ocupa su lugar. Puede que le llegue la muerte también antes de que se realicen las obras de ampliación y mejora del Museo Provincial de Cádiz, anunciadas y canceladas de forma cíclica durante los últimos 30 años.

Aquella disputa, fallida, sirvió para que Junta, Ayuntamiento y Gobierno cruzaran peticiones para proteger los mejores ejemplares de la flora gaditana, algunos tan imponentes como el mencionado, el del Mora o varios de la Alameda. Todos con siglos de vida, referentes de un pasado de ida y vuelta entre paisajes de ultramar y un Cádiz que era, por entonces, puerto beneficiado por las influencias de otras tierras. Sin embargo, tanto tiempo después el debate sigue pendiente.

El sonado conflicto del ficus de San Jacinto, en Sevilla, ha provocado movilizaciones muy llamativas en Triana. El 16 de agosto comenzaba la tala del ejemplar centenario con el argumento de la seguridad de las personas y del templo, un Bien de Interés Cultural (BIC) con más de 300 años de historia. Ese caso ha mostrado dos premisas clave que deben coordinarse por el bien de la ciudadanía: el riesgo de peatones y ciudadanos por la posible caída de ramas –incluso de todo el ejemplar– y la necesidad de velar por la supervivencia, la salud, de estas joyas de la naturaleza y las ciudades.

Antes de que un drago como aquel aparezca de nuevo tirado y muerto, antes de que cualquier persona pueda sufrir daño físico por la caída de ramas o partes de estos ejemplares es necesario exigir un plan exahustivo de cuidados, de diagnóstico y tratamiento, de podas periódicas y controladas. Será la única vía para compaginar prevención con respeto por nuestro entorno.

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