OPINIÓN
La arquitectura de premio
Las obras de David Chipperfield son extremadamente estéticas, sirviéndose de la simplicidad del minimalismo
Hablábamos el año pasado sobre la arquitectura del último premio Prizker. Se trató de: Diébédó Francis Kéré, por su habilidad innovadora para resolver las intervenciones actuales con formas, materialidades y sentido vernáculo de sus mitos africanos de Burkina Faso. Sus aportaciones arquitectónicas puestas al servicio ... de la sostenibilidad y la buena habitabilidad, le subieron al parnaso del diseño en 2022.
El premio Pritzker, como saben, es la mayor distinción mundial en el área de la Arquitectura. El premiado debe poseer la mejor combinación de talento, visión y compromiso. Sus contribuciones, -como dicen las bases-, «tienen que ser consistentes y significativas para la Humanidad y el entorno, a través del arte Arquitectónico». Si desmenuzamos bien, este premio se otorga por tres atributos no muy habituales, o al menos no lo son para la mayoría de los arquitectos. El talento, es un don que llega por la lotería de la vida y sólo por la inescrutable carga genética. La visión, es ver más allá del presente y disponer de una sensibilidad para proyectar un mundo mejor que el vivido, aumentando la seguridad, belleza y sostenibilidad de los sistemas del hábitat. Como tercer requerimiento está el compromiso. Esta palabra sí que tiene una enorme carga de distinción y es la que mejor destaca a los profesionales: su responsabilidad con el mundo que construye y el que vendrá. Una actitud, no una aptitud como el talento o la visión, que guía a los mejores a ser más de los demás que de uno mismo.
Este año el Pritzker se ha concedido a D. David Alan Chipperfield, que lleva bastante tiempo dedicado a este noble y maravilloso oficio. Tiene un nombre parecido al mago, pero en este caso es un gran taumaturgo de la mejor y más sensible arquitectura. Conocimos a Chipperfield en una conferencia en el Colegio de Arquitectos de Cádiz. Coincidió con otro maravilloso encantador de nuestro arte: D. Alvaro Joaquim Melo Siza Vieira. La conferencia: 'Theoretical Practice' en julio de 1997, cuando cabalgábamos entre Cultura y la UCA, fue la auténtica difusión de un hacer correcto, natural y sin tanto divismo al que estamos acostumbrados en este gremio. El jurado, formado entre otros «monstruos» de la arquitectura, por Rogers y Foster, valoró en su carrera: «lo sutil pero poderoso, lo radical pero moderado y elegante, siempre con reverencia a la historia y a la cultura».
Las obras de David Chipperfield son extremadamente estéticas, sirviéndose de la simplicidad del minimalismo. Otro gran arquitecto D. Luis Miess Van Der Rohe, dijo que: «menos es más». De hecho, el actual premiado hizo intervenciones en más de un edificio del afamado y discreto alemán, exiliado en Chicago. Sus propuestas son geométricas, puras, diferenciadas y radicales. Dice Chipperfield que: «la arquitectura implica inquietudes y habilidades complejas y superpuestas desde la teoría a la práctica». Conceptos que son el sustrato de cualquier creación cuidada y honesta.
Entre las mejores obras del londinense, y deben bichear imágenes, están: el Nuevo Museo de Berlín: la casita en Corrubedo (La Coruña): la Ciudad de la Justicia de Barcelona; el museo JUMEX de Ciudad de México; o el edifico Velas y Vientos de Valencia, donde se celebró la Copa de América, etc. Cada edificio diseñado de forma connatural al sitio y su programa. Frente a la, un poco esquizofrénica producción actual de la arquitectura, donde el eclecticismo racional lo ha poseído casi todo, es una delicia disfrutar de buenos arquitectos como el recientemente premiado. Salud.