Tribunales
El crimen de Yana en Cádiz: «La estranguló con sus propias manos»
Michael Martin Hoseyni se enfrenta a 22 años de cárcel tras matar presuntamente a su mujer en un apartahotel de La Línea en 2021 y enterrar su cadáver en una finca de Alzira (Valencia)
El fiscal da como cierta toda la minuciosa investigación que realizó la Policía por la que se pudo encontrar el cuerpo de la víctima y también al supuesto asesino
Yana y la búsqueda de su asesino: así se dio con él tras sus vacaciones en Cádiz
Hay que remontarse a 2021 para conocer esta historia que forma parte de la crónica más negra de la provincia de Cádiz. Yana Rose, de 40 años, moría supuestamente asesinada a manos de su pareja Michael Martin Hoseyni, 55, cuando ambos disfrutaban de un viaje de placer y descanso por España. Él de origen iraní y ella rusa vivían en Denver (Estados Unidos) y después de varias semanas recorriendo varios países de Europa recalaban en tierras gaditanas. Pero esa sería la última etapa de su escapada y también los últimos momentos de la vida de la joven Yana. Después de alojarse en un apartahotel en la urbanización linense la Alcaidesa, cerca de Sotogrande, nada más se supo de ella. Se esfumó. Su cadáver fue encontrado días después enterrado en una parcela en Alzira (Valencia), a unos 700 kilómetros de donde, supuestamente, la mataron.
La investigación que se realizó por parte de la Policía Nacional fue minuciosa, detallada, milimétrica. Podía haber un posible sospechoso, Michael, su marido. Pero ni él estaba ya, ni había pruebas evidentes. Había que buscarlas. El apartamento estaba 'limpio', no había cadáver, el teléfono de la víctima no aparecía, tampoco el arma, por lo que las hipótesis eran eso, hipótesis.
Sin embargo, Martin Hoseyni fue detenido a los pocos días, el 29 de enero, en el aeropuerto de Barajas. Regresó de su casa en Estados Unidos donde había vuelto sin Yana y sin presentar ninguna denuncia por su desaparición. Las pesquisas realizadas lo tenían ya atrapado y decidió entregarse. Ahora espera en prisión provisional el juicio con jurado popular que se celebrará en Algeciras a principios del próximo año. El fiscal pide para él 22 años de cárcel por asesinato con alevosía.
La última vez que se había visto a la pareja junta en España fue el día 23 de diciembre. Dejaban el coche en el párking y entraban en este alojamiento de La Alcaidesa. La siguiente captura que se obtuvo fue tres días más tarde, el 25, el día de Navidad. Michael desplazaba unos metros el coche, entraba al hotel y al poco tiempo salía arrastrando lo que parecía un cadáver. Lo metía en el maletero y esa misma noche se marchaba.
La acusación fiscal
El escrito de acusación de la Fiscalía da como cierto que el acusado, mantuvo una relación sentimental con Yana, quien siendo de origen ruso, residía en Estados Unidos desde 2003. Contrajeron matrimonio en abril de 2019 y desde agosto de 2021 estaban haciendo una ruta turística por distintos países de Europa.
De esta forma- continúa el fiscal- entre los días 21 a 27 de diciembre, estuvieron hospedados en este apartahotel de La Alcaidesa. Fue durante esa estancia, en fecha indeterminada entre los días 25 y 26 de diciembre, cuando Michael, «en actitud extremadamente agresiva y violenta, tras propinarle varios golpes y con intención de acabar con su vida, estranguló con sus propias manos a Yana».
Según la acusación, el estrangulamiento fue realizado por el acusado cuando la víctima se encontraba en el suelo como consecuencia de la gran fuerza de los golpes empleados: «no tuvo posibilidad de defenderse ni de pedir ayuda».
Como consecuencia de dicha agresión, Yana sufrió gran cantidad de lesiones perimortales fundamentalmente en el rostro, miembros superiores y cervicales. Siendo de extrema gravedad la producida en el cuello, de modo que el cartílago tiroides presentó una severa lesión con fractura en su línea media y fractura desplazada del ala derecha. Esta última lesión -se añade- es «compatible» con una violenta compresión del cuello, que a modo de asfixia mecánica, provocaron la oclusión de las vías respiratorias superiores y su fallecimiento por anoxia anóxica.
Por todo ello, la Fiscalía solicita los 22 años de prisión y además que el procesado sea condenado como responsabilidad civil al pago de una indemnización de 100.000 euros para los padres de la fallecida, ambos de nacionalidad rusa. Por otro lado, también pide para él a otros diez años de libertad vigilada una vez que complete la pena si se le es finalmente. impuesta.
La investigación, clave
Pero para que el presunto asesino se siente ahora en unas semanas en el banquillo de los acusados, la Policía Nacional tuvo, primero que encontrar el cadáver de Yana, después dar con su supuesto agresor del que tras ese día de Navidad no había rastro alguno, y además, recoger todas las pruebas posibles que pudieran.
Y así lo hicieron. En este trabajo tuvo una especial participación el grupo de la Unidad de Delitos Especializados y Violentos (UDEV) de la Comisaría de Cádiz a quienes se les encomendó que armaran este complicado puzzle. De momento solo tenían la denuncia llegada hasta la Unidad Central de Desaparecidos de una amiga de la víctima que había contactado con la madre de Yana quien le alertó que no daba con ella. «Hablaban todos los días y, de repente, desapareció». «Ella sabía que le había pasado algo»
Esta madre, desesperada, había acudido a un grupo de Facebook de rusos residentes en España. Pedía ayuda. Una compatriota que vivía en Valencia lo vio y acudió a la comisaría. Lo único que se aportaba era su foto y su identidad y que, según la madre, su yerno le había dicho que tras una pelea durante el viaje, Yana se había ido de manera voluntaria el 27 de diciembre y él había decidido volver solo a Denver.
El grupo de Homicidios en Madrid abrió el caso y solicitó judicialmente el rastreo del móvil de la desaparecida. Comprobaron que la última señal la daba en Cádiz . Entre San Roque y La Línea de la Concepción. Es entonces cuando se solicitó el apoyo de los agentes de la Comisaría Provincial gaditana. Además dieron con el coche que la pareja conducía, un BMW alquilado color negro con el que llevaban desde agosto viajando por Europa de vacaciones: Italia, Macedonia, Albania, Francia, Croacia, Bulgaria y España.
Hilando los puntos de geolocalización los policías llegaron hasta el apartahotel. Y es allí donde, tras varias gestiones y después de confirmar la estancia de Michael y Yana (ambos) en el registro, daban con unas cámaras.
Tras visionar muchísimos minutos de grabación hallaron la la primera posible evidencia. La pareja aparecía el día 23 de diciembre dejando el coche en el aparcamiento de este alojamiento. Entraban ambos en el apartamento. Muchas más horas de visionado después, ya el 25, sobre las nueve y media de la noche, aparecía Michael moviendo el vehículo hacia una puerta y sacando a peso del hotel un bulto que podía ser un cadáver. Tras meterlo en el maletero se marchaba. Tenía más días de estancia reservados pero ni los canceló.
Las señales del móvil y la huida
Y es ahí cuando se complicaba todo. La señal del teléfono de Yana ya no existía, estaba apagado. El de Michael no daba demasiada actividad. Pero insistiendo comprobaron que el marido no llegó a parar el coche hasta Lorca, en Murcia. Ahí encendió el móvil. 500 kilómetros después de haber arrancado el BMW. Allí estuvo una hora pero siguió. Había entonces que seguir dibujando su recorrido.
Y finalmente paró en Alzira. Allí la señal se mantuvo más tiempo activa. Y así, dibujando un mapa por horas y lugares, se daba el aviso de que el cuerpo de Yana podía estar en una finca, una antigua casa burguesa desocupada. Horas después, policías de Valencia hallaban semienterrado el cadáver de esta mujer. Al parecer, Michael la había enterrado a casi un metro de profundidad. Se sospecha que primero eligió el lugar, la dejó y la cubrió con ramas para después ir a buscar las herramientas para seguir ocultándola. De hecho la Policía también obtuvo imágenes de él el día 27 de diciembre (día y medio posiblemente desde la muerte) en una ferretería de un polígono cercano. Compró una pala, un hacha, unos guantes anticortes y un cúter.
Tras todos estos indicios, se daba aviso al FBI que fue a buscar a Michael. Ya estaba bien pillado y así se lo comunicaron. Puede que a pesar de haber logrado volver a Estados Unidos (vía avión Milán/Londres) se sintió tan atrapado que decidió regresar a España para someterse a la justicia de este país. El 28 de enero aterrizó en Barajas y de ahí, ya engrilletado, fue trasladado a Puerto II. «No dijo absolutamente nada».