EL ÁNGULO OSCURO
Poderes ocultos
Sánchez se permite el desahogo de presentarse como paladín de la resistencia a esos 'poderes ocultos' a los que sirve con abyección servil
Referirse a los 'poderes ocultos' que manejan los hilos de la política nacional era considerado por los dispensadores sistémicos de bulas y anatemas un síntoma infalible de conspiracionismo. Pero, de repente, es el propio doctor Sánchez, con los labios todavía manchados después de besuquear las almorranas del decrépito Biden, quien se ha vanagloriado de capitanear «un Gobierno muy incómodo y molesto para una serie de poderes ocultos que tienen intereses oscuros».
Hace falta, desde luego, una jeta de feldespato para proferir tales dislates; pero hace falta, sobre todo, tener la seguridad de que te estás dirigiendo a una horda de zombis a la que puedes mear tranquilamente en la jeta y hacerles creer que está lloviendo (¡pese al cambio climático!). El tipo que denuncia los «intereses oscuros» de esos «poderes ocultos» acababa de comprometerse a duplicar el gasto en 'defensa', para regocijo de la industria armamentística, que según nos enseñase Eisenhower en su célebre discurso de despedida como presidente de los Estados Unidos es el «poder oculto» por excelencia.
Pero el tipo que se pavonea de capitanear «un Gobierno muy incómodo y molesto» para los «poderes ocultos» no se conforma con ser un felpudo de la industria armamentística. Ha acatado todas las directrices del abuelito Soros, con quien se reunió en secreto en La Moncloa, cuando aún no le había dado tiempo a cambiar el colchón donde sesteaba Rajoy. Ha ordenado destruir centrales térmicas o nucleares que agigantan la debilidad energética española, para satisfacer la burbuja especulativa de la 'transición ecológica' que interesa a los 'poderes ocultos'. Ha financiado con decenas de millones saqueados al erario público los planes maltusianos de Bill Gates. Ha acelerado los planes de destrucción antropológica diseñados por esos mismos 'poderes ocultos', para asegurarse que los pueblos chapoteen en el sopicaldo penevulvar, mientras son convertidos en rebaño misérrimo, según los objetivos de la Agenda 2030. Ha sido, en fin, el caniche más lamerón de esos 'poderes ocultos' con 'intereses oscuros'; pero, consciente de que se dirige a zombis embrutecidos, a quienes puede seguir sojuzgando mientras mantiene en un estado de 'pobreza sostenible', se permite el desahogo de presentarse como paladín de la resistencia a esos 'poderes ocultos' a los que sirve con abyección servil.
El doctor Sánchez empieza a parecerse al piamontés Simonini, el protagonista de 'El cementerio de Praga', la novela de Umberto Eco, un falsario que se inspiraba en los folletines de Alejandro Dumas y Eugenio Sue para imaginar complots inexistentes y urdir fantasiosas intrigas. Ya sólo resta que el doctor Sánchez, del mismo modo que falsificó su tesis , falsifique unos 'Protocolos de los sabios de Sión' (que ahora habrán de ser necesariamente de Moscú), para convencernos de que existe una confabulación de 'poderes ocultos' contra su gobierno de progreso. Y los zombis lo creerán, mientras cae sobre sus cabezas una lluvia refrescante.