El periplo de una caravana de españoles para rescatar a refugiados de Ucrania
Una iniciativa solidaria rescata a víctimas de la guerra ante la proliferación de redes mafiosas
La guerra en Ucrania, en directo
Un viaje solidario desde España para ayudar a los afectados por la invasión de Rusia en Ucrania. El pasado viernes 18 de marzo salió de Barcelona una caravana de 12 furgonetas con el objetivo de ir a rescatar refugiados ucranianos .
ABC ha hablado con uno de los líderes del proyecto, que es a su vez uno de los directivos de Volkswagen y de Seat, empresas que les cedieron los vehículos para el periplo.
Cuenta que la idea surgió cuando una noche por televisión vio las mafias que se estaban formando con el tráfico de refugiados . « Se han creado redes mafiosas . Se aprovechan de los desesperados, que apuran lo último que les queda de dinero y pagan un billete de autocar con destino a Alemania, o eso les hacen creer. Esperan un futuro mejor y acaban tirados en la carretera.»
Al comentar la desgarradora situación con amigos concluyeron con la idea de ir ellos mismos a buscar a las víctimas de la guerra. Pero lo que se concibió como un plan entre amigos, se acabó convirtiendo en un grupo de más de 50 personas dispuestas a dejarlo todo para asistir a quienes les necesitaban. Se inició un proceso de recogida de alimentos y donaciones y al ver que la idea crecía, la Fundación del Real Club de Polo de Barcelona , decidió colaborar y hacerse cargo del fondo. Entre todos los voluntarios se escogieron 25 personas para ir: un médico, una enfermera, dos personas con conocimiento de ucraniano, mecánicos… un equipo al completo. A las seis de la mañana del viernes estaba todo listo para emprender la ruta: 25 personas, 12 coches y 5 toneladas de productos recaudados de ayuda humanitaria. El destino era Bratislava, con una parada en Hungría para pasar la noche.
La magnitud del proyecto requirió enfocarlo de una manera muy administrativa, «como si lo hubiese organizado una empresa», según relata el consejero de Seat. En base a eso, tenían claros tres requisitos. El primero, que el material recaudado se entregase a una entidad oficial de manera autorizada. Para ello, el Consulado de Barcelona les puso en contacto con la Embajada de Ucrania en Bratislava , asegurando así su buen uso. El segundo requisito era que, de igual manera, los refugiados que recogieran fuesen entregados de manera oficial y debía depender de cada uno de ellos la decisión de viajar a España. La propia Embajada les aseguró que tendrían listos cincuenta refugiados interesados en trasladarse . La última condición, evidente, era que los refugiados en España debían ser amparados por una organización legal que se hiciera cargo de manera responsable.
Después de veinte horas conduciendo llegaron a Bratislava y aparecieron las complicaciones. Tal y como acordaron, descargaron las cinco toneladas de productos humanitarios pero la Embajada por su parte no tenía ni un solo refugiado preparado para subir a los coches. «Se hacen con el material humanitario para enviarlo a las zonas de guerra pero se desentienden del cuidado y gestión de las personas , una medida de presión para los países europeos» nos cuenta el promotor del periplo. A pesar de la incertidumbre del momento el equipo estaba muy motivado, sabía a lo que había ido. «La Embajada podía fallar, pero nosotros no. Nuestro objetivo era traerlos» confirma.
Gracias al esfuerzo y a la colaboración de todos, dieron con un centro de refugiados en Jawor , un pueblo de Polonia, a cuatrocientos kilómetros de donde se encontraban. Contactaron con el alcalde del pueblo y les confirmó que mientras ellos se desplazaban hacía ahí, él organizaría las familias y grupos interesados en huir a España de manera oficial.
Los conductores, fatigados tras tantas horas en la carretera, habían planeado pasar la noche en Polonia para descansar y retomar el viaje a la mañana siguiente. No obstante, los planes volvieron a cambiar.
ABC ha hablado con otra de las personas que integraba la caravana, quien relata que «hacía un frío horrible, y en cuanto entramos con los coches por la puerta del centro, ahí estaban todas las familias en la intemperie gélida, esperándonos». La opción de pasar la noche se descartó, era inadmisible dejarles impacientes toda la noche esperando que los conductores reposen.
El proceso requería una logística de distribución, formación de grupos por familias, atribuirles los distintos coches… y «no fue nada fácil desde el punto de vista emocional.» cuenta el líder del proyecto. «A pesar de que en el centro había cientos de refugiados, fue sorprendente que solamente treinta y tres de ellos estaban interesados en marcharse» nos cuentan. Y es que habían conseguido establecerse en un refugio, temporal pero seguro, y el miedo al cambio y la desconfianza les pesaban demasiado .
A las once de la noche, ya organizados, treinta y tres refugiados , sus pertenencias, dos perros y un gato, se subían a los coches listos para poner rumbo a casa. Un padre viudo con sus seis hijos; una familia de tres hermanas y su madre que en el trayecto en tren de huida de Ucrania acogieron a otra joven de padres militares, motivo por el cual había quedado sola ante el desastre de la guerra; una pareja de padres que en ese mismo tren perdieron de vista a sus dos hijas; jóvenes y señoras mayores viajando solos y niños, cuya inocencia ayuda a los padres a sobrepasar el calvario con algo de esperanza. Ninguno hablaba inglés, y desde luego que tampoco español, pero la comunicación en tiempos complejos se consigue de cualquier modo.
El viaje de vuelta duró un día entero, más de veinte horas en las que los refugiados ucranianos no hacían más que dormir , según lo que cuentan los promotores de la caravana. Muchos de ellos preferían no bajar siquiera a estirar las piernas en las paradas de reposición de gasolina. Los miembros del grupo dicen que «no fue hasta que los más pequeños activaron su energía, que incitaron al resto a salir a tomar el aire».
La intención era asentar a los refugiados en un centro de acogida habilitado por el Ayuntamiento de Barcelona en la 'Fira de Barcelona', una organización ferial de dos edificios de gran capacidad. Con todo, la situación que les esperaba ahí era caótica, el establecimiento estaba desbordado . Además, el grupo había aumentado ya que durante el trayecto se añadió una familia de ucranianos que escapaban a España en busca de un refugio.
De nuevo, el equipo se propuso buscar un plan B. Consiguieron contactar a través de la fundación Acción Familiar Barcelona , con la organización católica Cáritas , que ha habilitado en Vic, un municipio en Cataluña, viviendas para atender a personas refugiadas de Ucrania. Ahí las monjas estuvieron esperando la llegada de la caravana de la manera más humilde y cariñosa.
Después de 4.300 kilómetros en tres días, 45 horas de conducción continua y diez países de por medio; el equipo llegó a su destino el domingo a las ocho de la tarde con su objetivo cumplido . Los refugiados fueron calurosamente recibidos y distribuidos entre las casas de acogida de Las Hermanitas de los Pobres y las Hermanas Josefinas de la Caridad. «Claro, ellos no sabían dónde iban, yo creo que hasta que no vieron el cariño y la paz que transmitían las monjas, no sintieron algo de alivio» cuenta el promotor de la caravana.
Muchos de ellos quedaron sorprendidos de la bondad de la gente que había dejado todo para salir a su rescate. Una de las participantes del periplo, nos cuenta « me preguntaban si les íbamos a quitar los pasaportes ». A lo que ella les respondía que ahora estaban en un país en paz, y que quedarían bien atendidos. A pesar del calvario que les espera ahora, todos y cada uno de los refugiados quedó plenamente agradecido.
Los integrantes confirman que esta expedición ha sido «de prueba». Aseguran que ha sobrado dinero, y que están dispuestos a volver para ayudar a más refugiados aunque esta vez con autocares. Recalcan el cariño y la bondad de la gente que a pesar de las complicaciones y obstáculos la actitud de las personas es inderrumbable cuando el fin es ayudar.
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