Spectator In Barcino
Más caos nacional-populista
La resaca acarrea dolores de cabeza y si es electoral, guarismos delirantes. Con poco más de la mitad de participación, el independentismo se quiso vencedor
La resaca acarrea dolores de cabeza y si es electoral, guarismos delirantes. Con poco más de la mitad de participación, el independentismo se quiso vencedor. Esquerra, Junts y la CUP decían haber alcanzado, con el 50 por ciento de los votos, y pese a la victoria del PSC, sus objetivos clientelares; pero al poner la lupa sobre los porcentajes el champán de la emocionalidad se desbravaba: incluyendo al PDECat, las cuatro formaciones secesionistas sumaban poco más de un millón cuatrocientos mil votos; casi setecientos mil menos que en las autonómicas de 2017.
Acercando más la lupa vemos que Illa fue el único candidato que ganó en votos: Esquerra y la posconvergencia perdieron ochocientos mil largos y las CUP, dieciocho mil. Un independentista con un adarme de sentido común -debe quedar alguno- pedía a sus colegas en un grupo de 'wasap 'un poco de humildad: «El independentismo gana, pero por la abstención del unionismo que no se abstendrá en un referéndum y con el 'procés' parado».
Si el referéndum fuera hoy, con la misma raquítica participación, el separatismo obtendría unas décimas sobre el cincuenta por ciento, trescientos mil votos más que el bloque no independentista. Si en las autonómicas de 2017 el voto por la secesión fue de 37,4 por ciento, en las del pasado domingo bajó al 25 por ciento. La distribución del sufragio vuelve a subrayar la urgencia de reformar la ley electoral que ha garantizado cuarenta años de hegemonía nacionalista.
El escaño urbano sale muy caro, mientras que el rural es demasiado asequible: de las quince ciudades más pobladas, en once se imponen candidaturas no independentistas: Barcelona, Hospitalet, Terrassa, Badalona, Sabadell, Tarragona, Mataró, Santa Coloma de Gramenet, Cornellà, Sant Boi y Rubí. Lérida y Gerona son las capitales de provincia independentistas; junto a Reus (¡tanto combatir al carlismo para esto!, exclamaría Prim) y Sant Cugat, feudo de los 'burgueses oprimidos' que conjugan los gemidos de Llach con el enjoyado aplauso a los CDR. El resultado, salvo una enésima reyerta entre facciones separatistas, inaugura otro cuatrienio de incompetencia, ruina económica y tribalismo. Además de la ley electoral, la otra gran reforma democrática pendiente es votar listas abiertas. Uno puede ser independentista, faltaría más, pero de ahí a asegurar sesenta mil euros anuales a los listillos que impone cada partido hay un trecho.
Pese a su inutilidad, sobradamente demostrada, vuelven los de Esquerra: Aragonès (el vicario de Junqueras), Sabrià (ese chico que confunde la política con los eslóganes), Vergés (no hace falta decir nada más), Jové (el de la moleskine), Maragall (el malo), El Homrani (ocho mil ancianos fallecidos en residencias), la justiciera Capella o Salvadó (el que pedía una consejera con buenas 'mamelles').
Lo de Junts da todavía más miedo: Puigdemont sembrando cizaña desde el fantasmagórico Consell per la República. La imputada Borràs que puede dar paso al gasolinero Canadell si la condenan por los 'trapis' de la Institución de las Letras Catalanas.
Cuevillas con sus corbatas amarillas. La 'buidor' de Budó: ¡amenaza con ser presidenta del Parlament! (164.000 euros). El astronauta Puigneró. Anna Erra, la alcaldesa de Vic que pidió a los «catalanes autóctonos» que no hablasen castellano a gente que «por su acento o su aspecto físico no parece catalana». Marta Madrenas, la alcaldesa de Gerona que confundió el adorno de una discoteca con una 'carassa' del XVIII. Ramon Tremosa, 'facedor de fakes' en Europa. Y los chascarrillos 'pagesívols' de Albert Batet. Por si fuera poco, ahí estarán las CUP para el mambo antisistema: Sabater, Riera, Reguant la que dijo que «el 'procés' muta». O los comunes siempre 'atentos' con el independentismo si hay cargos de por medio: el modelo es Ribó, exlíder de Iniciativa, Síndico Vitalicio.
Y si esos son los titulares, ¿cómo serán los secundarios? Mientras se reparten cargos y ponen fecha a la 'República-que-no-existe-idiota', tenemos una pandemia por solucionar, muchas vacunas que inyectar y ertos que pueden devenir en más paro galopante. Para afrontar tanta estulticia con estoicismo recomendamos la colección Aforismos que lanza Edhasa en su 75 aniversario.
Ante las presuntas unanimidades, la genial paradoja de Óscar Wilde: «El desacuerdo con tres cuartas partes de los británicos es uno de los principales elementos de salud mental, lo que resulta una profunda fuente de consuelo en los momentos de duda espiritual». A los independentistas que lo volverán a hacer, Lichtenberg: «Cuando una guerra ha durado veinte años, puede durar perfectamente cien. Pues se acaba convirtiendo en un estatus. Polemocracia. Los hombres que han saboreado la paz van desapareciendo poco a poco». Y de postre, Goethe: «Nada hay más terrible que una ignorancia activa». El activismo de la ignorancia da paso al caos.
Coda: De nada sirve reducir el CO2 si los compinches del delincuente Rivadulla queman contenedores y el nacional-populismo lo bendice. El plástico quemado contamina y el fanatismo intoxica, alcaldesa.