Impidamos que la sociedad sea rehén de los violentos
Ernesto Vilariño es Secretario General de la Asociación Profesional de la Guardia Civil JUCIL
La sociedad española escribió este sábado en Madrid el prólogo de lo necesario que es garantizar la seguridad de todos los ciudadanos en las circunstancias que exige y requiere este siglo XXI. Guardias civiles y policías acompañados de miles de ciudadanos han mostrado la preocupación palpable ante los cambios alarmantes que podemos vivir a medio plazo.
La defensa de la seguridad de los ciudadanos, del imperio de la ley y del Estado de Derecho es la principal tarea encomendada a las fuerzas policiales y las condiciones en las que se plantea la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana tara el cumplimiento de esta misión. Comparto y hago mías las palabras del escritor, periodista y académico Arturo Pérez Reverte: «Es cierto. Cada vez más indefensos, ellos y nosotros. Lo que policías y guardias civiles reivindicarán en Madrid nos afecta a todos».
La sensación es que un Gobierno, rehén de sus debilidades, acepta cambios normativos que solo parecen beneficiar a quienes más ahínco aplican para socavar el principal bien común: la seguridad, la base que sustenta una sociedad libre, justa y democrática.
Lo sabido de esa reforma hace temer que los mayores perjudicados sean los ciudadanos, convertidos en rehenes de cualquiera que por su simple voluntad y en cualquier momento, conculque su libertad de circulación, o la de ir al trabajo, acudir a por sus hijos al colegio o cosas tan personales como hacer compras o disfrutar del cine.
La seguridad de los ciudadanos está comprometida. Sin capacidad preventiva de las Fuerzas de Seguridad del Estado será difícil garantizar unas calles pacíficas.
¿Cómo impedir que un grupo violento, cuando le convenga, corte el tráfico, o detenga el paso del transporte público, o asalte las pistas de un aeropuerto, paralice las operaciones aéreas y ponga en peligro su propia seguridad y la de los viajeros? Sin opciones para una intervención preventiva ante estas situaciones España puede transformarse en un país inseguro, para sus habitantes y para cualquier visitante.
Varios medios se hacen eco de un argumentario difundido desde el Ministerio del Interior entre representantes políticos donde se precisa que no hay motivo para tanta polémica. Que la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana se centra en aspectos que apenas afectan a la labor policial. El mensaje final sería que aún hay tiempo.
Si es así. Si hay tiempo para que en esa reforma participen, entre otros, los responsables de proteger la seguridad de los ciudadanos, hágase. Si lo conocido de esos cambios es un globo sonda para ver cómo reacciona la sociedad, quizá hoy ya tengan una idea.
Señor ministro del Interior, si quiere saber nuestro punto de vista para redactar una ley adecuada a una labor policial del siglo XXI ¡sólo tiene que llamarnos! Eso sí, si nos recibe, no hablaremos sólo de la Ley de Seguridad Ciudadana. Como representantes de los guardias civiles queremos que se cumpla con la equiparación salarial y se avance en otras cosas. Llámenos y lo comentamos.
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