Tribuna abierta
Las formas y el CGPJ
Que el Gobierno pretenda influir abiertamente en la composición de un órgano constitucional a través de su ministro de la Presidencia, es el enésimo ejemplo de sus carencias democráticas
EL Partido Popular tiene la obligación fundamental de defender los valores constitucionales pues, desgraciadamente, el Gobierno está apoyado por partidos abiertamente contrarios a nuestro sistema democrático (Podemos, ERC, Bildu) o que bailan el agua a éstos con tal de permanecer en el cargo (PSOE). No es nada nuevo y constituye la génesis de la política frívola y falaz desarrollada por el presidente del Gobierno durante los últimos cuatro años.
Por suerte para los que defendemos la vigencia de la Constitución, la aritmética parlamentaria existente a día de hoy hace que el denominado Bloque Frankenstein no pueda hacer tabla rasa en todos los pilares de nuestra arquitectura institucional pues, para reformar o acordar algunas de las cuestiones más relevantes, son necesarias mayorías reforzadas que requieren de la aquiescencia del principal partido de la oposición. En este sentido, el aireado pacto por la renovación del CGPJ es quizá el ejemplo paradigmático. Sin embargo, no debemos engañarnos: el Gobierno intentó modificar esa mayoría reforzada para dejarla en mayoría simple y solo la Unión Europea (advertida por el Partido Popular y las asociaciones de jueces) fue capaz de parar ese proyecto, que hubiera supuesto un ataque sin precedentes a nuestro modelo de frenos y contrapesos.
Estos días se ha informado de que el Partido Popular ha designado interlocutor para retomar las negociaciones en relación con la eventual renovación del CGPJ. Llámenme exagerado, pero creo que las formas son, no solo importantes, sino absolutamente imprescindibles cuando hablamos de cuestiones de Estado. Y, sin lugar a dudas, la renovación del CGPJ lo es. Así, la Constitución establece de forma meridiana que las Cortes Generales, esto es, el ámbito parlamentario, son el lugar de negociación y decisión, sin injerencias de otros poderes del Estado, en la elección de los vocales del CGPJ.
Que el Gobierno pretenda influir abiertamente en la composición de un órgano constitucional a través de su ministro de la Presidencia, es el enésimo ejemplo de sus carencias democráticas, pero el Partido Popular no debe caer en esa trampa y, antes de negociar nada, debe ser inflexible en cuanto a las reglas aplicables a dicha negociación, reclamando las Cortes Generales como el único foro válido para retomar la negociación.
El Partido Popular está a tiempo de corregir el error y que esta situación no se recuerde en el futuro como ahora hacemos con aquella obscena imagen, de hace algunos años, en la cual un presidente del Gobierno y el líder de la oposición comparecieron públicamente para informar sobre el nombre del que iba ser presidente del Tribunal Supremo y CGPJ. Ahí es nada.
José Manuel Maza Muriel
es abogado