«Regreso al futuro II», vuelta al brindis

Marty McFly se vuelve a montar en su máquina del tiempo, se vuelve a tropezar con los varios McFly que le preceden y le suceden y consigue, de nuevo, agitar al espectador en la batidora del cine de Zemeckis

«Regreso al futuro II», vuelta al brindis abc

oti rodríguez marchante

Somos muchos los que consideramos que viajar por el espacio es cruzar de un lado a otro el Paseo de la Castellana y, en lo tocante al tiempo, todo depende de semáforos y horas puntas (aunque ya todas tienen la suya), por eso se sintió una especie de temblor cuando, hace unos años, Robert Zemeckis presentó su película «Regreso al futuro». ¿Por qué atravesar la Castellana si se puede, de un salto, cambiar de continente? ¿Por qué impacientarse en el atasco de María de Molina si puede uno llegar a una cita treinta años antes o treinta después? Hasta el propio Hawkins debió de asombrarse con la precisión con que Zemeckis trataba el espacio y el tiempo en esa película.

Ahora ha hecho otra, la continuación, « Regreso al futuro II », y trata de lo mismo y con los mismos, con los actores Michael J. Fox y Christopher Lloyd, que cambian tanto de lugar como un político en plena forma, y de años, como señoras a cierta edad. Ocurre en esta segunda parte que, al estar excesivamente relacionada con su antecesora, conviene tener bien frescos en la memoria los sucesos que allí ocurrían para no acabar hecho un verdadero lío de fechas y personajes. Es un poco, y que el coronel Aureliano Buendía, nos perdone, lo de «Cien años de soledad», que se juntan en la pantalla y en la historia tantos Marty McFly (personaje central) que hay que andar poco menos que con papel y lápiz haciendo jugadas para no pedir un tiempo muerto.

Hay otra opción, y es la más aconsejable, la de recostarse en la butaca y dejarse llevar por la mucha acción, la mucha ida y la mucha vuelta de la historia. No entrar en si la cara de viejo de Michael J. Fox está conseguida, o si este actor tan parecido a Mickey Roonie está en edad todavía de pasar por quinceañero cuando tiene casi treinta (casi treinta, pero por el lado de los treinta y ...). En «Regreso al futuro II» es fácil pasar por encima de ciertos detalles, de ciertos agujeros negros, de ciertos engorros de guión, porque es una película tan agitada, tan espumosa, que quien quiera podrá sin ningún esfuerzo brindar con ella.

En el capítulo visual, Robert Zemeckis, sin duda el alumno más aplicado en clase de tecnología, sorprenderá hasta a los más fríos con algunos trucos inexplicables y con algunas escenas vistosísimas, como la ciudad del dos mil y pico, los monopatines volantes , el anuncio de «Tiburón 35» o los camarerospantalla-de-televisión, que sirven los refrescos como Luis Marinas las noticias. En fin que, a todos aquellos que aún tenían abierta la boca con el « Roger Rabbit », Zemeckis se ha propuesto colarles otra nueva pildora de cine sintético.

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