George Miller: «Si no tuviera paciencia, ahora mismo estaría psicótico»

El director australiano recoge esta noche el premio Fipresci en San Sebastián por «Mad Max: Fury Road»

George Miller: «Si no tuviera paciencia, ahora mismo estaría psicótico» efe

pablo pazos

Lo admite el propio George Miller , que esta noche recoge, en el arranque del Festival de Cine de San Sebastián, el premio FIPRESCI a la mejor película internacional del año por «Mad Max: Fury Road» -que hoy sale a la venta en vídeo-. «Es una película atípica. Es lo opuesto a un filme pequeño e intimista», explica. Justo lo contrario a lo que suelen reconocer este tipo de certámenes. « Nunca imaginamos, cuando la hicimos, que tendríamos una respuesta tan buena de la crítica. Haces una película, pones en ella toda tu habilidad y sabiduría, y nadie puede predecir el resultado. Crees que puedes pero en cuanto lo intentas va en una dirección totalmente diferente», confiesa en una suite del Hotel María Cristina.

Miller recoge ahora los frutos de más de una década de trabajo: el tiempo que le costó sacar adelante la cuarta entrega de la saga «Mad Max» . «Hice otra apelícula, Happy feet, y esta se cayó, iba a hacer la Liga de la Justicia y se cayó, hice Happy feet 2, y fuimos a rodar a Australia y llegaron las lluvias, y el desierto se llenó de flores. Así que esperamos 18 meses. Warner Brothers dijo: vamos a esperar 18 meses, a ver si seca. Pero no secó, así que tuvimos que marcharnos», relata en un tono casi jocoso, sin rastro de pesadumbre.

«Era una película, como decimos nosotros, que no podías matar con un palo. Pero de alguna forma no se iba. Había tres estudios que querían hacerla», incide. Aún así, tuvo que echar mano de una de las virtudes quizás más necesarias en Hollywood: ser paciente, no perder la calma. « Sin duda necesitas paciencia (ríe). Si no te vuelves loco. Ya hay que estar bastante loco para hacer una película así. Hay un cierto placer demente. Estaría ahora mismo sentado aquí psicótico si no tuviera paciencia porque es una película difícil de hacer. Fue todos los días durante 130 días en los desiertos de Namibia. Cada día había tres grandes decorados. Todo era real, con gente real. Es estresante, como un ejercicio militar. Y trabajamos muy duro para que todo el mundo estuviera seguro. No puedes ser impaciente».

«Las películas viven en tu cabeza»

El tiempo de desarrollo de «Mad Max: Fury Road» se cobró otro peaje: cierto desgaste mental. «Para mí pasar tiempo preparándola... La película está en tu cabeza. Es una pena que esté en tu cabeza y no sacarla, vive en tu cabeza todo el tiempo. Cuando digo que estoy algo loco es porque tengo varias películas en mi cabeza ahora mismo y no sé cuál haré a continuación. Pero así es como funciona. Cuando tú escribes seguro que las ideas están en tu cabeza. Todos los compositores tocan canciones en sus cabezas. Todos los hacemos».

Hubo otro contratiempo. La idea inicial era que Mel Gibson repitiera en el icónico rol de Max Rockatansky. «Mel, con todos sus problemas... Y ha cambiado mucho físicamente. Lo dice él mismo», se justifica Miller. El elegido para encarnar a Max, el hombre destinado a asumir la titánica tarea, fue Tom Hardy. «Era una bebé de 6 semanas cuando rodamos la primera Mad Max. Realmente se trataba de encontrar a un actor que con muy pocas palabras encierra emociones volcánicas en su interior. Dice muy pocas palabras en la película. Estos tíos tienen eso en común: una energía atribulada, que les otorga su carisma. La mejor manera de trabajar con ellos es ir a dar una vuelta porque tienen muchísima energía. Eso es muy bueno para un personaje que apenas se mueve. Desde el momento que Tom entró por la puerta sentí que Mel Gibson entraba por la puerta 30 años atrás. La misma energía». Para Charlize Theron , la coprotagonista, más elogios: «Aparte de Ripley, en Alien, no creo que haya otro personaje como ella en el cine».

¿Afrontó con miedo el desafío de volver al universo de «Mad Max» al cabo de tres décadas? «Mi mayor miedo fue la seguridad, que alguien resultara herido», aclara. « Sentía más bien una intriga acerca de lo que podía hacer en esta nueva era tecnológica. Las nuevas cámaras las puedes poner donde quieras. Si rompes una cámara no son 200.000 dólares, son 1.000 dólares y la puedes comprar en el aeropuerto, incluso en África».

Un eclecticismo casi brutal ha marcado su carrera: ha sido capaz de saltar de la brutalidad de «Mad Max» a la ternura de «Babe» y «Happy feet». «Hay algo que me lleva a una historia: la curiosidad. Un sentido de búsqueda muy intenso, de tal forma que la historia no te suelta. En »Happy feet« me interesaba contar la historia de toda una nación y basada en la historia natural de los pingüinos. No son capaces de reconocerse los unos a los otros. Se comunican con canciones», describe.

Y acaba de explicar ese eclecticismo: «Me interesa contar historias. Cuando hice el primer Mad Max era joven. Después tuve hijos y cuando tienes hijos lo único que haces es ver películas para niños. Una y otra vez. Y siempre he amado la animación. Una de mis diez películas favoritas es Pinocho. Ahora mis hijos han crecido y puedo volver a hacer Mad Max». La película que ha conseguido que, esta noche, le honre el Festival de San Sebastián.

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