Así es la vida de los concursantes después de «MasterChef»

Mientras los concursantes de la tercera edición de «MasterChef» se juegan volver al concurso (La 1, 22.30), Fabián, Maribel («Masterchef 1»), Cristóbal («MasterChef2»), Mila y Víctor («MasterChef 3») repasaron, en la inauguración del Screen TV de Málaga, su experiencia profesional y personal tras dejar el programa. «Al principio aluciné, porque pasé de ser un estudiante anónimo a que todo el mundo me conociera por la calle», apunta el benjamín de la primera edición, que ahora tiene su propio espacio en la televisión balear – «soy una especie de Arguiñano», bromea–. Una fama que, al menos en la primera edición, les pilló de sorpresa, ya que, durante su estancia en el concurso, están aislados del exterior y solo tienen diez minutos a la semana para hablar con sus familiares, en una conversación telefónica supervisada.

«En la tele se ve todo de vicio, pero son unas semanas en las que todo es cocina. Hasta nos turnamos para cocinar. Y claro, vives presión, nervios y siempre delante de una cámara», relata Cristóbal, que además de seguir formándose en Le Cordon Bleu, el restaurante de Pepe y el catering de Samantha, tiene planes para hacer prácticas en el Dstage de Diego Guerrero y en las cocinas de MSC Cruceros. Por su parte, los aspirantes recién salidos de la tercera edición, Mila y Víctor, aún no tienen planes tan concretos. «Van saliendo cositas, pero yo quiero volver a mi Málaga natal y montar un restaurante», afirma el exjugador de póker. Mila también sigue persiguiendo su sueño. «El año pasado me presenté al casting y no me cogieron y este año lo he conseguido, así que no me voy a rendir ahora».

A otros, como a Maribel, el programa ha dado un vuelco a su vida en lo personal –incluso le abrió las puertas de «¡Mira quién baila!»– pero no ha alterado sus perspectivas profesionales. «Yo soy ama de casa y ahí es donde quiero estar, con mi familia . No engaño a nadie, me gusta la cocina pero para mí».

Precisamente Maribel, una de las más veteranas, reconoce que en el momento de las valoraciones sentía pánico escénico. «Solo de pensar en lo que me iba a decir el jurado ya lloraba», cuenta entre risas. «Ahora veo que es un programa de televisión, y la vida real no es la vida televisiva. De hecho, mi relación con los tres jueces es estupenda», afirma. En esta tercera entrega, la dureza de los jueces está más de actualidad que nunca –aún resuenan los ecos del caso del «león come gamba» y el llanto de Alberto–. «Alberto los tiene así de gordos y le salió la jugada regular, el quería contestar un poco al jurado y mostrar el león que tenía dentro», comenta su compañero Víctor. «Él es así, os sorprendería. También hay que tener en cuenta que era la primera semana, no sabíamos ni como iba la placa de inducción y a él se le apagaba todo el rato, por eso se quedó la patata cruda, no porque no supiera cocinar», añade.

«La cocina es disciplina, y sin disciplina las cosas no salen», subraya Fidel sobre el incidente. « Dentro del programa todo se magnifica, nos llevan al límite y lo que es disciplina acaba pareciendo la prueba de la muerte», añade. Cristóbal también prefiere quedarse con lo positivo. «Yo toda la caña que nos daban me la tomaba bien. Ahora ves que tenían razón y que a veces hay que agachar la cabeza», apunta.

Aunque la cocina está ahora más de moda que nunca y las escuelas gastronómicas vivan su particular momento dulce, todos subrayan el esfuerzo que supone. ¿La receta del éxito según estos televisivos chefs? Amor, pasión, actitud, perseverancia y sacrificio .