¿Por qué nos hemos vuelto adictos a las series?

El ScreenTV de Málaga analiza la influencia social de la ficción televisiva

¿Por qué nos hemos vuelto adictos a las series?

Helena Cortés

Si estos días damos un paseo por la Feria del Libro de Madrid, veremos que la mayor expectación la despiertan, entre otros, los libros publicados por personajes televisivos como los niños de «MasterChef» o autores como María Dueñas, por el libro en que se basa la serie «El tiempo entre costuras». O al menos eso cuenta la profesora Concepción Cascajosa , que junto con Marijo Larrañaga es guionista, entre otros, de «España en serie» , que disecciona la influencia de la televisión en la sociedad actual.

Las series están relacionadas con todos los ámbitos de nuestra vida. Desde el arte, como muestran las portadas que realizó Warhol para la revista americana «TV guide» o las últimas obras de Picasso hasta la política, con líderes como Pablo Iglesias usando «Juego de Tronos» para transmitir ciertos mensajes a su público. «Las series son a la vez reflejo y espejo de la sociedad en la que vivimos. Son catarsis, sátira para reírnos de los poderosos, emoción, identificación, conocimiento y hasta son capaces de manipularnos. Pero es que nosotros ya no somos los mismos espectadores, ahora somos consumidores y suscriptores», subraya Larrañaga.

Este boom de series podría coincidir con una nueva edad dorada en la televisión, pero lo cierto es que, aunque en los ochenta tuvo su momento de gloria con series como « Twin Peaks » o «Canción triste de Hill Street» , esta buena racha se prolonga tanto en el tiempo que ahora podríamos hablar de una tercera o cuarta edad dorada . «Sí es cierto que el cambio tecnológico ha supuesto una gran oportunidad. Antes de la banda ancha, el acceso a contenidos era muy lento. Ahora puede llegar a más gente. Para ello, y en HBO -que es incluso mejor en el marketing que produciendo ficción- lo saben muy bien, hay que crear una identidad corporativa fuerte y una relación en el tiempo con la audiencia que la fidelice. Para ofrecer una oferta distintiva estas operadoras han trabajado otras temáticas con otras estrategias, buscando casi el nicho. También influyen los patrones de consumo. No es casual que el boom seriéfilo haya coincidido con la crisis . Ir al cine se ha convertido en algo prohibitivo, así que compensa comprarse un pack de una serie y verla en casa», afirma Cascajosa.

Además, explican estas expertas, hay que tener en cuenta que muchas de las series que nos llegan aquí y veneramos, como «Mad men» o «True detective» , son producciones de pago (o cable) en Estados Unidos , ficciones que no llegan a una mayoría, sino a una minoría que es la que dicta las tendencias. «Muchas de estas series, si las analizas, te das cuenta de que están hechas para gustar a la crítica», apunta la profesora. Por eso series como «True detective» o «The Wire» generan tantos discursos y otras como «Nashville» o «Gossip Girl» son lo que se denomina un «placer culpable» .

España contra EE.UU.

Si acercamos el boom seriéfilo a nuestro país, donde el mayor piropo que se gana una serie es que digan de ella que «no parece española», nos damos cuenta de que la industria es incomparable. «Allí HBO no depende de la audiencia, sino de sus suscriptores », apunta Larrañaga, recordando series de Canal+ como « Crematorio » o «Qué fue de Jorge Sanz» , que disfrutaron de las libertades creativas de las producciones americanas de cable. «Sin embargo, si queremos que se produzcan series de pago también tenemos que estar dispuestos a financiar a la televisión de pago. Un amigo guionista me agradeció hace poco que fuera de Movistar Series, porque gracias a los abonados quizás se lancen a producir su serie», añade Cascajosa.

Las series españolas tienen otros handicaps, además de los presupuestos, con los que hacen milagros. El primero es que el gran peso de la industria televisiva no ha tenido un reflejo en las ventas internacionales. Aunque series como « Los misterios de Laura », « Amar en tiempos revueltos » o « El tiempo entre costuras » se han vendido muy bien fuera nuestras series aún siguen viviendo, principalmente, del consumo interno. Además, indican estas expertas, en el ámbito de contenidos no han sabido eliminar todos los tabús y comenzar a hablar de la sociedad contemporánea, algo que ha roto parcialmente el éxito de «El Príncipe», que analiza la problemática yihadista en Ceuta. « Su propio éxito y esa necesidad de llegar a todos los públicos les ha hecho daño . Los americanos, en cuanto pasa algo destacado en el ámbito informativo inmediatamente tiene su reflejo en sus producciones y aquí, a veces, ves una serie de 2010 y podría parecer que no habla de España ¿No os extraña que no haya ninguna serie política?», subraya la profesora.

En cualquier caso, el modelo en el que reflejarnos, o al menos así sacamos en claro de esta conferencia, no debe ser la televisión americana, sino las cadenas públicas europeas. « Nuestra televisión pública ha vivido una dejadez de funciones . Sin la vocación de producción de muchas autonómicas, muchos profesionales no hubieran llegado a ser lo que son. Lo peor que le pudo pasar a TVE es entrar a competir con Antena 3 y Telecinco y quedarse, hace unos años, sin dinero para seguir produciendo», concluyen.

¿Por qué nos hemos vuelto adictos a las series?

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