«Mad Men», última parada
Los siete últimos capítulos de la serie arrancan el día 5 en AMc, un día más tarde en Canal+
El hombre ha llegado a la luna y quienes lo veían en televisión están a punto de irse de Madison Avenue. El 5 de abril llega a AMC la última temporada de «Mad Men» y un día después a Canal+ (V.O.S). La última entrega acabó con la canción «Las mejores cosas de la vida son gratis». No es el caso de «Mad Men» (salvo para los piratas). Queda la segunda parte de la séptima temporada, ya convertida la serie en un fenómeno de la cultura popular. Siete capítulos nada más. Será decir adiós a esa serie deslumbrante desde el capítulo del estreno, desde que nos pareció ver a Sara Montiel en los títulos iniciales (pero era la modelo Gita Hall May, que demandó por usar su imagen sin autorización, una foto de Richard Avedon para Revlon). Matthew Weiner espera que todo el reparto se reúna el 17 de mayo para ver el final . Bryan Cranston («Breaking Bad») ya ha dado consejos a Jon Hamm para afrontar el final de «Mad Men», un trabajo que ha centrado su vida los últimos ocho años (aunque también ha hecho comedias románticas y se ha entregado al alcoholismo).
Quince premios Emmy y cuatro Globos de Oro no son suficiente reflejo de lo que «Mad Men» ha supuesto para la televisión. Aunque se acabará y no pasará nada, como no pasó cuando «El ala oeste», «Los Soprano» o «Breaking Bad» acabaron. Otra vendrá y caeremos rendidos. Por suerte, la mejor, «The Good Wife », sigue ahí. Matthew Weiner, el creador, trabajaba en la sitcom «Becker», con Ted Danson, cuando empezó a escribir «Mad Men». Cuando empezó a estudiar cómo vestía la gente en los 60, cómo eran sus muebles, qué comían y qué bebían. Pasarían años hasta que alguien se interesara por Don Draper. En seis días acabó el piloto sobre una agencia de publicidad y aunque nadie lo compró sí recibió una llamada de David Chase, que lo contrató para «Los Soprano». Otros tres años estaría el guión guardado hasta que AMC (antes American Movie Classics) financió el piloto .
Gracias a la serie, la cadena se ha convertido en una de las más influyentes (es la de «Breaking Bad», «The Walking Dead» o «The Killing»). Esos años de reposo y los guiones para «Los Soprano» fueron beneficiosos. Dice Weiner que «Mad Men» habría sido una versión refrescante y folletinesca de «El ala oeste» sin «Los Soprano». Y que Peggy habría sido una trepa. A Elisabeth Moss (Peggy) y John Slattery (Roger Sterling) los conocíamos de antes. A él de numerosas series. Ella había sido una de las hijas del presidente Bartlett en «El ala oeste». Sin embargo, los demás actores protagonistas pasaron de desconocidos a estrellas gracias a la ficción. Jon Hamm (Don Draper), January Jones (Betty), Christina Hendricks (Joan), Vincent Kartheiser (Pete Campbell) e incluso Kiernan Shipka (Sally, la hija de Don y Betty). Hasta los niños están bien en esta producción. Como ese Glen, el vecino raro e inquietante de Betty, interpretado por Marten Holden Weiner, el hijo de Mattew Weiner.
Si «Los puentes de Madison» es una película que invita a fumar, «Mad Men» es una serie que invita a fumar, a beber, a vestirse bien y a no tener familia . También a disfrutar de ese estudio antropológico de los años sesenta donde todo está permitido: el racismo, el antisemitismo, el acoso sexual... ‘Mad Men’ también es una serie sobre mentiras, sobre gente que aparenta ser lo que no es. Como la vida misma. Porque hay ficciones que son más verdad que la vida. Aunque sean tan bonitas. Y es una serie de detalles. El detalle del libro sobre el infierno de Dante que Don Draper lee en la playa. O el encendedor de su verdadera identidad. También destaca por su mundo referencial. Además de los acontecimientos históricos, está ese «Tonigh Show» que fastida a Peggy en su anuncio de auriculares. Había un tipo que cortaba orejas en Vietnam y las guardaba. Un cómico hacía un chiste sobre ello en el programa entonces presentado por Phyllis Diller. Weiner se inventa lo del cómico, pero el resto es verdad. A Don Draper le fastidia «Ha nacido una estrella» (1954). El anuncio de un hotel recuerda a los dueños y clientes el suicidio de James Mason en el mar.
Ahí estaban Don y Peggy, entonces en agencias distintas, ya en igualdad de condiciones. Al principio de «Mad Men», Peggy es como la infeliz protagonista de una telenovela mexicana a la que veremos evolucionar, crecer y prosperar episodio a episodio, golpe a golpe. Diseño de producción aparte, vestuario de Jenny Bryant aparte, diálogos brillantes aparte, gran parte de la enjundia se centra en los personajes. Es un drama de personajes. Don Draper , director creativo de la agencia de publicidad, es uno de los personajes más redondos de la televisión. Tan guapo como repulsivo. Un tipo terrible. Hamm tuvo que hacer muchas pruebas porque, aunque Weiner estaba seguro de que era el adecuado, los ejecutivos dudaban. También son redondos los menos protagonistas y los secundarios. Los femeninos y los masculinos. De Joan a Pete, pasando por Betty o Bob Benson. Gente que no cae bien en una serie donde no pasan cosas extraordinarias.
Weiner ha contado que HBO se habría quedado con ‘Mad Men’ si David Chase se hubiera incorporado como co-showrunner. Años después, HBO ya habrá dejado de darse cocotazos en la pared .
Silencio y canciones
En «Mad Men» no hay música de ascensor, no hay música ambiental, no hay una banda sonora machacona y prescindible. La agencia de publicidad neoyorquina no tiene música. No la tienen los apartamentos en la ciudad, ni las casas en los suburbios. Pero en la serie sí hay canciones, normalmente al final. Una excepción fue el principio de la quinta temporada, cuando Megan montó el numerito con el «Zou Bisou Bisou» de Gillian Hills. «¿Por qué no cantas así?», dice Roger Sterling a su mujer. «¿Y tú por qué no eres como él», contesta ella refiriéndose a Don Draper. La actuación de Megan sólo la superó (o igualó) Jessica Lange cantando «The Name Game» de Shirley Ellis en «American Horror Story: Asylum».
El repertorio clásico de «Mad Men» es un cancionero del siglo XX. Del «On The Street Where You Live», de Vic Damone a «Fly Me To The Moon», de Julie London. De «Manhattan» de Ella Fitzgerald & The Buddy Bregman Orchestra a «I Got You Babe» de Sonny & Cher. Ya sólo nos queda ver las canciones que nos faltan.
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