El felpudo de José Luis Moreno

«Estás siendo trending topic, aunque no lo creas esto es poder». Consuela así, en «Birdman», a Riggan Thomson su hija, luego de verlo en un vídeo atravesando Times Square en calzoncillos. A José Luis Moreno le habría ido mejor corriendo por Gran Vía en gayumbos que con su « Alfombra roja » (5,8%), que ha quedado en felpudo tuitero. El share social no garantiza cuota de pantalla, y menos cuando se es hating topic.

Lo del sábado en La 1 no fue jornada de reflexión sino de regresión, en concreto a los ensayos de «Noche de fiesta», programa que, comparado con «La alfombra sonroja», es ya el «The Wire» de las variedades. Fue un directo caótico, con actuaciones que no entraban y frases de relleno, como constantes peticiones de aplausos, hasta para las butacas. «Un aplauso para las familias que han superado la crisis». Ninguno para los que lograran acabar la gala.

«Un aplauso para mis huevos», pidió en cierta ocasión Berto Romero. También podría haberlo hecho, con su rescatada voz en off, Moreno, al que nadie puede acusar de no ofrecer un espectáculo variopinto: caballos, zarzuela, rapeo, beatbox, falleras, chistes, acrobacias con patines y esa modernidad que es armar el cubo de Rubik. Lo fácil hubiera sido sucumbir a la moda del show político, a saber, «La alfombra al rojo vivo».

Sobre el escenario, hasta seis presentadores -o sobraban conductores o faltaban invitados-, a veces perdidos, con Ximena Córdoba gritando como si comunicara desde Miami. «Una pregunta superficial» -¿solo una?-, dijo Berta Collado, que acabó con los posavasos de su vestido doblados, como dolientes. Hubo cuota monologuista siguiendo la orden del Millán Astray de Hugh Thomas -«¡Abajo la inteligencia!»-, un (no) talent infantil perversamente mezclado con sainete de cuernos y casi ningún gran artista. «Hay escasez de gigantes», observó Charlotte Chandler en su entrevista a Mae West. «Te ve gratis demasiada gente», replicó la actriz . ¡Ay, si fuera gratis! Si al menos nos hubieran compensado con desfile lencero… Con algunas apuestas, TVE parece el bohemio Buscarini, queriendo arrojarse al viaducto. Habría que decirle lo que Valle-Inclán: «¡Pero arrójese con elegancia!»