Chamartín, Bronston, Buñuel: las tres edades de una leyenda
Los estudios de cine y televisión que acaba de vender RTVE por 35,2 millones vivieron épocas de gloria y acogieron a las mayores estrellas
«Muerte de un ciclista» (1955) se rodó en el mismo sitio donde se grabó la gala de Chikiliquatre. Con la película de Bardem eran los Estudios Chamartín. Con el seudocantante, los Estudios Buñuel . Y entre unos y otros, estuvieron los Estudios Bronston. Por tanto, John Wayne, Rita Hayworth y las más fabulosas estrellas de Hollywood. Charlton Heston trabajó con Bronston en «El Cid» (1961) y «55 días en Pekín». Para la primera también se utilizaron los estudios Sevilla Films, situados donde ahora mismo está el Alcampo de Pío XII. Enrique Herreros (hijo) nos traslada a esa época: «Me acuerdo perfectamente de que era allí. Tony (Mann) estaba rodando la Jura de Santa Gadea en Sevilla Films y yo fui a darle un recado de Sarita (Montiel). Llegué a decirle que no volvería hasta diez días después. ¡El grito que dio aquel hombre! Y todo el mundo preguntándose que quién era yo». Charlton Heston, al contrario que los otros actores, que se hospedaban en el Castellana Hilton (actual Intercontinental), solía alquilar al director Benito Perojo un dúplex que este tenía al lado del Bernabéu. «Heston era más agarrado que yo. Cuando salía de los Bronston de rodar “55 días en Pekín” y se iba a su casa, le decía al chófer que cogiera leña del decorado, porque el dúplex de Perojo tenía chimenea y piscina. El mecánico cargaba con los troncos de madera para no gastar él», cuenta Enrique Herreros. Conocedor de los grandes estudios de Los Ángeles, asegura que los madrileños tenían poco que envidiar: «Quitando el de la Paramount, todos los demás, incluida la Metro, se quedaban en menos al lado de los Estudios Bronston».
En 1935 se comenzaron a construir los Chamartín en la Avenida de Burgos. El arquitecto era el racionalista Rafael Bergamín. Con un parón por la Guerra Civil, se inauguraron el 17 de abril de 1941. 32.000 metros cuadrados, cinco platós y terrenos para exteriores. En las páginas de ABC, Enrique Herreros escribió que un día de 1946, Rafael Gil bajó «a Francisco Rabal de un practicable donde estaba colocando como eléctrico algunas luces con las que Alfredo Fraile iluminaba “La Pródiga” en los viejos Estudios Chamartín. Le iba a dar el primer papel que Paco interpretó en su vida».
Rescate por 80 millones
En 1959, Samuel Bronston los compró por unos 80 millones de pesetas. Herreros permanecía en los malos momentos del productor americano. «Yo estuve en la expropiación, fui el último que salió de allí. Se debía mucho dinero». El Banco Exterior había embargado los estudios tras la quiebra. Bronston, que rompió con su socio Dupont en 1964, aguantó hasta 1971 hipotecando los edificios al Banco Exterior y alquilando los servicios a TVE . En 1984, Pilar Miró, directora general de Cinematografía, y otras personas del sector evitaron la segura demolición y construcción de viviendas dentro del Plan Chamartín. El Ministerio de Cultura llegó a un acuerdo con el Banco Exterior para recuperarlos para el cine español.
Es el 12 de septiembre de 1988, con Pilar Miró de directora del ente, cuando RTVE inauguró los Estudios Buñuel. Una modernísima instalación que incluía el plató más grande de Europa, con una superficie de 2.400 metros cuadrados, además de otros dos de 600 (tienen nombre de vértebras lumbares: L3 el grande y L1 y L2, los otros). En 2009 RTVE ya negociaba la venta de los estudios, que formaba parte del plan de restructuración inmobiliaria que Luis Fernández, entonces presidente de RTVE, había diseñado. Esta semana se han vendido a Pryconsa por 35,2 millones de euros.
Los Buñuel fueron los grandes estudios de los años 90. Alberto Maeso, histórico de la casa, guionista, productor y director de numerosos programas en TVE, recuerda los primeros años: «Se trabajaba muy a gusto porque no había jefes. Aunque a veces era también un poco el destierro porque en Prado había más movimiento». Asímismo, cuenta que se comía muy bien. «Era el mejor comedor, muy pequeño, con gente muy amable. El encargado nos pedía a todos fotos de cuando éramos pequeños. Y tenía un mural en el que lo mismo había fotos de Ana Obregón que de una sastra, de Concha Velasco o de un téncico». Maeso ha sido guionista de Raffaella Carrá y su hombre en España. La primera etapa de «Hola Raffaella», la de 1992, se hacía en los Buñuel. «A ella le encantaba. “Oh, qué bonito este estudio”. Le gustaba porque vivía cerca, en el Erobuilding. Bunuel, decía. La eñe no le salía». Para el programa se aprovechaban las gradas del «Un, dos, tres», que en las etapas de Jordi Estadella y Miriam Díaz Aroca también se grabó en los Buñuel (Kiko Ledgard y Mayra Gómez Kemp lo habían presentado en los estudios Roma, donde actualmente está Telecinco , y en el Estudio 1 de Prado del Rey: ambos tuvieron dos etapas en los dos).
«El gran programa, donde se gastaron todo, fue “La noche de los castillos”», apunta Maeso. Se hizo en 1995 a rebufo de «El gran juego de la oca». Con Anthony Quinn. Una superproducción con exteriores en castillos reales y el plató grande de los Buñuel para los interiores. Otros espacios que se hicieron en los estudios son «¿Qué apostamos?», «Grand Prix» o «Tengo una pregunta para usted». «Para los de gran formato te tenías que ir a Buñuel», dice Maeso. Pero también se grababan «Con las manos en la masa» y, más recientemente, «Versión española» o «Alaska y Coronas».
Nocheviejas y grandes galas
La gala de los 50 años de TVE también tuvo lugar allí. Y un clásico era la gala de programación la primera semana de septiembre. «Cómo se ponía ese hall», señala Maeso. Nocheviejas y similares aparte, la última gran producción de los Buñuel es «MasterChef», en el plató grande. De los pequeños que también siguen, hay uno que ni siquiera se ha estrenado: «Orbita Laika», un show de divulgación científica presentado por Ángel Martín. También se graba aún «El debate» de La 1 y se están montando los decorados para los especiales navideños de Serrat y Bustamante. Este se hará a principios de diciembre. Esta semana el comedor estaba cerrado. Y las fotos de niños del mural rojo habían sido arrancadas. Solo quedaban los huecos y los nombres: Ana Obregón, Ramón García… Charlton Heston se habría llevado la cartulina para pegarle fuego.