Carmen Machi: «Nuestra España, la única que hay, es esperpéntica»
La actriz denuncia la situación límite de la sociedad: «Aquí, o mueres o te matan»
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Tras resolver con éxito el laberinto de « Ocho apellidos vascos » derribando todos los muros identitarios, Carmen Machi (Madrid, 1963) se ha enredado en otra historia de manicomio, «Murieron por encima de sus posibilidades», aunque esta vez el quebradero sea la respuesta a la crisis. Una comedia salvaje dirigida por Isaki Lacuesta en la que cinco personajes desquiciados planean raptar al presidente del banco central y exigen el reparto de la riqueza para aliviar los males de una sociedad frustrada a punto de estallar. Como solución: una motosierra que «recorte» a las termitas del sistema. Aunque en la pantalla Machi pertenece a la «casta», en la entrevista toca a rebato ciudadano.
-¿Tan mal está el panorama que debe uno sacar la recortada?
-Isaki habla de esperpento. Y tiene razón. Nuestra España, la única que hay, es esperpéntica. Y lo es porque es multi todo, porque tiene muchos colores, muchas miradas, muchos tonos. Y todo está en crispación.
-Muchas películas en este festival de San Sebastián hacen denuncia social mediante la sátira. ¿Es por necesidad o por casualidad?
-Por necesidad. Una película como «Murieron por encima de sus posibilidades» era urgente. Isaki Lacuesta toma una vertiente curiosa porque este no es su género. Pero sí es su manera de contar, absolutamente honesta. Es propuesta honesta porque es valiente, arriesgada y porque dice las cosas que hay que decir sin concesiones. Para eso, el humor, la sátira es un vehículo fabuloso. Porque no hace que el espectador se tenga que posicionar, simplemente se sienta a ver y luego que cada uno haga su reflexión.
-El humor es indiscriminado, no hay quien se salve en la cinta…
-No. Aquí o mueres o te matan. Es una metáfora pero es una realidad, es lo que nos está pasando. El sistema te ahoga hasta un punto que puede llevarte a cometer una barbaridad. Y para arreglar las cosas tienes que recurrir a la barbarie. Y piensas ¡madre mía, qué miedo! Pero a eso nos llevan…
-En la vida real, por suerte, no hay tantos justicieros o ciudadanos desesperados que busquen venganza.
-Lo que pasa es que se encargan mucho de tapar lo que ocurre. Porque ha habido muchos suicidios por desahucios, y ésa es una manera de matar, es una manera de asesinar. Que te hagan tirarte de una ventana porque no tienes dónde vivir… Es espantoso. No eres capaz de soportar, no hay salida. Y la falta de salida te lleva al límite.
-Pero en todo caso la respuesta no está organizada.
-Bueno, Madrid es una ciudad cortada todos los días por manifestaciones. La gente sale a gritar, guardando la compostura por ser cívicos. Pero es que no se escucha a nadie. Te hacen perder la cordura y, entonces claro, para llamar la atención ¿qué tienes que hacer? ¿Cargarte a alguien? ¿A un político? (risas) ¿A un banquero? Bueno, pues para eso está el cine en este caso. Para contar «mira hasta dónde nos estáis llevando» y liberarnos. Luego está el que prefiere el autoconsuelo.
-La cinta cuenta con un plantel de actores fabulosos : José Coronado, Raúl Arévalo, Imanol Arias, Sergi López, José Sacristán, Emma Suárez, Ángeles Molina, Luis Tosar, Josep María Pou, Albert Pla… ¿Por qué el rodaje fue un «abismo»?
-Porque rodamos a ciegas, cada uno 2-3 días, pero sin saber cómo iba el rodaje, cuál es el tono de la peli. Fue cosa de magia que todos acabáramos con el mismo nivel. Yo con Imanol y con Tosar. Un lujo.
-La taquilla de las producciones españolas ha sido histórica. ¿Nuestro cine se ha sacado los demonios fuera?
-Sí, desde luego que es un triunfo. Pero también es porque la mirada desde fuera está siendo más benévola con el cine español. Se están queriendo ver cosas que antes quizá no se veían, en general se está apoyando el cine español. Y me alegro profundamente.
-¿Cuándo vienes al País Vasco la gente te llama Ane por la calle?
-¡Sí! Cada vez que me he encontrado algún vasco en alguna ciudad fuera me dice: «¡qué pasa, Ane!» Y me encanta (risotadas). Al País Vasco vengo mucho por teatro, ahora mismo estoy trabajando en el Arriaga en Bilbao (con Javier Gutiérrez en «Los Macbez»). Vuelvo siempre porque el público teatral de Euskadi es fabuloso. Por su entrega y su buen ver.
-¿Y las señoras vascas te aceptan?
-¡Sin duda! Una de las cosas que más gracia me hizo fue una señora me dijo que le encantó la borrachera que tenía porque se notaba que era de txakolí. ¡Como si con vino tinto o güisqui fuera distinto!
-¿Cómo es una noche de pasión con un vasco como Karra Elejalde?
-(Se ríe) Bueno… Yo digo que realmente era yo quien besaba al vasco y no el vasco a mí. Era yo, la extremeña, la que atacaba. Con Karra es tan fácil trabajar porque me lo da todo. Nos hemos reído muchísimo.