Razas domésticas en peligro de extinción
Unas 135 razas autóctonas desaparecerán si no se toman medidas urgentes

Casi todo el mundo conoce y sabe algo sobre los animales salvajes en riesgo de desaparición. Poca gente no ha oído hablar del oso pardo, del lince o del águila imperial y de los esfuerzos que se realizan para su conservación. Pero ¿quién ha oído hablar de las razas autóctonas españolas domésticas en riesgo de extinción?
España quizá sea el país con mayor número de razas autóctonas domésticas: 164 exactamente. Poca gente las conoce y mucho menos sabe que el 83 por ciento de las mismas están consideradas en peligro de extinción, es decir, 135 razas que desaparecerán si no se toman medidas urgentes. Según la especie nos referimos a 20 razas aviares, 32 bovinas, 34 ovinas, 16 caprinas, 15 equinas caballares, 6 de equino asnal, 9 porcinas y 3 de otras especies.
Como ejemplo, nos encontramos con la gallina (galiña) de Mos, de Lugo, la casina (vaca asturiana de la montaña), la cabra Payoya de Cádiz, el asno Pajorera de Fuerteventura, el caballo de Monte del País Vasco, la oveja Alcarreña de Castilla-La Mancha o el cerdo Ibérico de variedad Lampiño. Podríamos abordar este problema o esta oportunidad, desde ángulos distintos: desde el punto de vista alimentario, no es casual que en los países desarrollados se concentre cada vez más la producción de carne en unas pocas razas rentables que van desplazando a las razas autóctonas, haciéndose también cruzamientos indiscriminados en busca de la mayor productividad.
La FAO (organización de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura) no deja de insistir en la necesidad de conservar la diversidad genética para conseguir una agricultura y ganadería sostenibles y aumentar las defensas frente a los retos del futuro; enfermedades, por ejemplo. «Las pocas razas comerciales que se prestan a una producción intensiva no ofrecen una reserva genética suficiente para el futuro».
Pero la consecuencia más importante que traería la desaparición de estas razas se producirá en el ámbito social y medioambiental. El gran papel que las razas autóctonas pueden representar en la promoción de la vida rural, en la lucha contra la desertificación , los incendios y la recuperación del hábitat vegetal y natural. Es triste pensar en esos 2.648 pueblos que según el INE ya no tienen un solo habitante censado, y en los 1.200 pueblos con menos de cien habitantes. Y desazona leer las estadísticas de incendios. Los 187.239 incendios forestales ocurridos entre 2001 y 2011 quemaron 1.239.524 hectáreas, una superficie mayor que la que tienen 9 de las 17 Comunidades Autónomas españolas, entre ellas Navarra ó Madrid.
Casi 67.000 ganaderos trabajan con razas autóctonas en España con 3.844.032 cabezas. Desde el año 2013 pueden ya apoyar la comercialización de sus productos en el nuevo logotipo «Raza Autóctona», magnífica iniciativa de enorme importancia para su valorización. Y es de agradecer la labor que se realiza desde el Banco Nacional de Germoplasma Animal, gestionado por Censyra, instalación del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural de la Comunidad de Madrid. Su objetivo es constituir una colección permanente y cerrada de material reproductivo de todas nuestras razas autóctonas, que permita actuar como elemento de seguridad ante una pérdida de variabilidad genética e incluso en caso de su extinción.
Existen ayudas reguladas por los Programas de Desarrollo Rural Autonómicos financiadas por la UE, el Ministerio y cada una de las Comunidades Autónomas. Los importes varían entre comunidades, siendo entre 120 y 175 euros por cada unidad de ganado mayor, pero no todos los que crían estas razas tienen este apoyo por falta de presupuesto. A nivel nacional no existe ninguna ayuda específica para los ganaderos de razas autóctonas.
Según Feagas (Federación Española de Asociaciones de Ganado Selecto) sería de gran utilidad el promover ferias o exhibiciones que sean escaparate de esta enorme biodiversidad, bien sean en el ámbito público o en el privado. Es evidente constatar que la comercialización rentable de productos derivados de estas razas es la única manera de mantener su existencia. Por ello es necesario identificar y divulgar proyectos concretos, involucrando a ganaderos jóvenes que retomen con pasión iniciativas apetecibles y que por parte de la administración se ayude a comercializar y a intercambiar información. Serían los ingredientes claves para que el enorme patrimonio de razas domésticas autóctonas no desaparezca y de paso tampoco desaparezca el ganadero, que sería sin duda el próximo colectivo español en riesgo de extinción .
Publicado en ABC el viernes 3 de noviembre de 2017
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