RAPACES
La verdadera causa de agresión se encuentra en la forma de vida adulta y no en el nido
Los animales de gran longevidad reducen su esfuerzo en la cría de los hijos
La mayor intensidad con que los pollos que comparten nido se agreden guarda relación con el cuidado paterno limitado. Los animales cuya esperanza de vida es más dilatada tienden a reducir el esfuerzo en la cría de los hijos porque contarán con bastantes oportunidades para reproducirse, según un estudio liderado por un grupo de investigadores de la Estación Biológica de Doñana del CSIC (EBD) .
Este trabajo, publicado en la revista Ecology and Evolution , permite entender por qué algunas especies no practican la agresión, mientras que otras llegan al fratricidio .
Aunque algunos aspectos como el periodo de estancia en el nido, el número de hermanos, la frecuencia de la alimentación o la forma en que los padres reparten el alimento se hallan relacionados con la agresión, « la verdadera causa se encuentra en la forma de vida adulta y no en el nido », señala a la Fundación Descubre el investigador de la EBD Tomás Redondo.
«El verdadero beneficio de la agresión tiene lugar cuando los pollos afrontan un periodo de alta mortalidad antes de reproducirse por primera vez », subraya el experto.
La agresión, en caso de tener éxito, asegura toda la atención parental. Y resulta especialmente intensa en especies cuya madurez sexual es retardada y que presentan una elevada mortalidad juvenil pero baja mortalidad adulta, así como una gran longevidad. Tienen una vida larga con el esfuerzo reproductor repartido, en lugar de una vida corta y de puestas con numerosas crías.
Los científicos han revisado el comportamiento en nido de 65 especies de rapaces a nivel mundial en trabajos de campo realizados por otros expertos. Se han centrado en rapaces diurnas por tratarse del grupo de aves más numeroso y donde más variación existe en la competencia agresiva entre hermanos. Además, estas especies alimentan a sus pollos de la misma manera: transportan una sola captura cada vez.
Otro hallazgo del trabajo indica que las especies más agresivas suelen criar en hábitats estables –por ejemplo, los trópicos–, que favorecen la supervivencia adulta. Del mismo modo, también lo son más aquellas que se alimentan de presas ágiles , difíciles de capturar (como aves y peces), que obligan a un largo entrenamiento y, por tanto, la edad de la primera reproducción se retrasa.
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