RESCATE EN CANADÁ

Los osos polares huérfanos solo sobreviven en los zoos

La madre de dos de ellos murió hace poco desangrada al impactarle por accidente un disparo de uno de los fusiles que se emplean en la ciudad de Churchill para ahuyentar a estos plantígrados

Uno de los oseznos rescatados CENTRO INTERNATIONAL LEATHERDALE DE CONSERVACIÓN DE OSOS POLARES

SINC

«Las crías de oso polar que hemos rescatado están en buen estado de salud y se están adaptando bien a su nuevo entorno», señala en una nota de prensa Chris Enright, jefe de los servicios veterinarios del Centro Internacional Leatherdale de Conservación de Osos Polares en el Zoo de Assiniboine en Winnipeg (Canadá), que ha supervisado el traslado de los animales junto al cuidador Gary Lunsford.

La madre de los pequeños, que tienen once meses de edad, murió de manera accidental al recibir un disparo de un arma empleada, en principio, solo para ahuyentar a estos grandes mamíferos. El objetivo de estos fusiles es generar mucho ruido cuando la munición estalla a modo de explosión pirotécnica lejos del animal, que huye sano y salvo. Pero no siempre es así. Si el arma de fuego se dispara a poca distancia, la munición explota en el cuerpo del oso, que, como en este caso, puede morir desangrado.

Tras el fatal desenlace, las autoridades del Manitoba Conservation and Water Stewardship (responsables de la protección de la vida salvaje en esta región) de la ciudad de Churchill , donde ocurrieron los hechos, se hicieron cargo de los oseznos -que suelen necesitar permanecer junto a sus madres al menos durante sus dos primeros inviernos de vida para aprender a cazar y sentirse protegidos frente a otros úrsidos- y decidieron trasladarlos en avión al centro de conservación de Winnipeg, al que llegaron hace unos días. Ahora les espera un periodo de cuarentena de 30 días.

Aunque los expertos prefieren que los osos polares permanezcan en su estado salvaje , la situación –según la definen– es «muy desafortunada». La llegada a este centro científico especializado les proporciona una segunda oportunidad. «Sin estas instalaciones no serían capaces de sobrevivir solos», añade Enright.

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