reciclaje
Un mundo de robots ecologistas
La tecnología 5.0 optimiza la revalorización de los residuos y minimiza su huella ambiental
El 90% de los residuos se pueden reciclar. Algunos,como el vidrio o el aluminio, de manera inde- finida; los posos de café pueden convertirse en chaquetas y has- ta la grasa humana resultante de la liposucción puede ser utilizada como biocarburante. La gestión eficiente de los recursos es uno de los urgentes desafíos de nuestra sociedad. Para ello, la reutilización de los materiales resulta clave.
«No hay ningún material malo en sí mismo, sino una mala gestión de él», señala Tatiana García Armingol, directora del Grupo de Medio Ambiente y Energía de CIRCE, centro tecnológico que busca soluciones innovadoras para un desarrollo sostenible. «El reciclaje es un punto de una cadena de valor muy larga en la que el producto va su- friendo transformaciones o incorporando elementos que pueden complicar su reciclabilidad. Para lograrlo, es clave que todos los actores implicados estén conectados y compartan información», e insiste en que «además son necesarias metodologías de cuantificación no sesgadas que permitan evaluar parámetros de futura reciclabili- dad, donde existan las mismas premisas de medida y los mismos indicadores. Recuperar los materiales valorizables presentes en los residuos que generamos es fundamental para consolidar economía circular». Esta experta coordina el proyecto Polyinspire, que busca mejorar los procesos de reciclaje de plásticos a través de innovaciones en el reciclaje químico, creando para ello nuevos materiales inteligentes.
Max-AI . Como si de un ojo humano se tratara es capaz de distinguir y separar cada uno de los objetos que llega a la cinta de reciclaje. Para ello emplea redes neuronales multicapa junto a un sistema de visión por computador, lo que le permite realizar unos 65 «picks» por minuto, doblando la capacidad de una persona y pudiendo trabajar durante veinticuadro horas los siete días de la semana. «Identifica los objetos reciclables, y también a la inversa, apartando aquellos que no se podrían reciclar», explica Belén Garnica, una de las fundadoras de Sadako, la empresa española impulsora de estos robots de reciclaje.
«La tecnología disruptiva de Max-AI -tanto a nivel hardware (robot) como a nivel software (Inteligencia Artificial)- proporciona a las plantas de residuos una herramienta para separar de manera coste-eficiente y les permite mejorar sus resultados económicos, medioambientales y normativos. El objetivo es incrementar las tasas de reciclaje de forma rentable y sostenible y evitar así que materiales valiosos sean incinerados o llevados a vertedero, con los daños económicos y medioambientales que eso implica» puntualiza Belén.
En total existen un centenar de ellos en diferentes plantas de reciclaje, la mayoría en EE.UU. Garnica precisa que la tendencia «son plantas más automatizadas donde ninguna persona tenga que tener contacto directo y continuo con el flujo de residuos. Que puedan seguir realizando una actividad esencial para la sociedad, con los menores riesgos posibles para sus trabajadores, es algo que se agudiza por la crisis de la Covid-19».
TrashPresso . Creada para alojarse en un contenedor, esta planta de reciclaje portátil funciona alimentada con energía limpia gracias a paneles solares. Capaz de transformar cinco botellas de plástico en una baldosa, ha sido ideada por la empresa taiwanesa Miniwiz. Pero además, también es capaz de transformar el textil y, en solo cuarenta minutos, puede producir azulejos para cubrir hasta diez metros cuadrados. Una solución que permite acercar el reciclaje a comunidades aisladas que no pueden acceder a instalaciones de este tipo. «Existimos para mostrarle al mundo el potencial ilimitado de la basura al llevar el material reciclado a la más alta forma de ingeniería de producto», explica esa compañía.
Recybot . «Se necesita una tonelada de mineral para obtener un gramo de oro. Pero puede obtener la misma cantidad reciclando los materiales de 41 teléfonos móviles», son palabras de Kamal Youcef-Toumi, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts quien en colaboración con el Instituto Skolkovo de CienciaTecnología de Moscú han puesto en marcha el desarrollo de Recybot. Un sistema robótico inteligente de alta velocidad para separa componentes electrónicos en partes reciclables. Para ello, se sirven de la visión artificial y de las redes neuronales: son capaces de reconocer el dispositivo móvil que cae en sus «manos», saber cómo se desmontan y dónde están los componentes reciclables. Esperemos que no aprendan a whatsappear.
FullCircle. La startup española TeknTrashha desarrollado una tecnología que aúna machine learning, big data y blockchain. Con ella consiguen identificar productos registrados a medida que pasan el cinturón de transporte de desechos en los centros de reciclaje y rastrear su origen hasta la tienda donde se vendió. Algo que permitirá a las empresas tener una visión de 360 grados de los ciclos de vida de sus productos.
Bin-e. Creado por una empresa polaca, y comercializado en España por Drago, es el primer contenedor de separación inteligente para residuos que reconoce, clasifica y comprime los desechos automáticamente, especialmente diseñado para espacios como centros comerciales u oficinas. Mejora la cadena de reciclaje al aumentar la cantidad de recursos recuperados y reducir la cantidad de desechos que se envían a los vertederos. Transforma la gestión de residuos en un sistema integrado para facilitar el camino hacia una economía circular y sostenible. Además, mediante una aplicación informática, recopila información y transmite, en tiempo real, los datos al gestor, avisando cuando uno de los contenedores está lleno y alertando sobre la necesidad de retirada.
Recuperar los materiales valorizables es clave para la economía circular. Pero también son esenciales el ecodiseño en el inicio y el tratamiento seguro de los residuos no reciclables para evitar que contaminantes y patógenos terminen integrados en al ciclo ecológico.
Top recycling
La innovación en la transformación de los residuos avanza a pasos de gigante. Un ejemplo de ello es el Luca Concept Car, creado por un equipo de científicos holandeses de la Universidad Tecnológica de Eindhoven. Este prototipo de deportivo eléctrico está fabricado a partir de desechos plásticos recuperados del océano. Su chasis está hecho con un material de PET 100% reciclado y en el interior se aplica polipropileno reciclado y un nuevo material que se obtiene al convertir los desechos domésticos en una materia prima de origen biológico. En la parte trasera y delantera contará con marcos de alumnio reciclado y, por supuesto, será eléctrico.