La riqueza que esconde el bosque
Castilla y León apuesta por la agrupación de parcelas y la puesta en valor de usos tradicionales para sacar partido a sus bosques
«Vengo a ocuparme de la mitad del territorio español que no produce absolutamente nada». En 1928, el ingeniero de montes Octavio Elorrieta iniciaba así su discurso en la Asamblea Nacional. Sus palabras eran un tanto exageradas, pero consiguió con ellas llamar la atención del auditorio sobre el indiscutible hecho de que la superficie forestal del país no estaba adecuadamente organizada y no contribuía con todo su potencial a la renta del país. Ha pasado casi un siglo desde entonces y, en cierto modo, esa sentencia seguiría siendo válida actualmente. Hoy en día hay más bosques y se acumula más madera, pero la desaparición del sistema agrario tradicional y los cambios socioeconómicos de una sociedad cada vez más urbana han llevado a dar la espalda a estos recursos, que están menos aprovechados, y en muchos casos abandonados completamente a su suerte, dejando pasar su capacidad generadora de riqueza y empleo y convirtiéndose en presa de incendios y plagas por su mala conservación.
Parte del problema es la presunción de falta de rentabilidad, que ha llevado en ocasiones a deseos de transformación de terrenos en suelo industrial, agrícola o urbano. A ello se suma, una improductividad bastante extendida de los montes privados, repartidos en muchas manos. Sólo en Castilla y León , que concentra el 19 por ciento de la superficie forestal del país, hay más 700.000 titulares, casi tantos como familias tiene esta Comunidad. En ellos, el desconocimiento, la lejanía de los terrenos -que han podido llegar a sus manos por herencias- o la falta de interés provocan el abandono de las parcelas, cuando éstas podrían estar generando beneficios para la naturaleza y para la economía. Es el mensaje que desde el Gobierno de esta región se pretende hacer llegar a propietarios públicos y particulares: sus montes tienen potencial para crear puestos de trabajo, asentar población rural y conservar una pieza clave del entramado de la biodiversidad.
En ello trabaja el Programa de Movilización de Recursos Forestales lanzado en este 2014 por la Junta de Castilla y León, que gestiona adecuadamente el 40 por ciento de la superficie forestal. Con esta iniciativa busca aprovechar todas las potencialidades del bosque, que en este territorio se ha extendido y mejorado en calidad en los últimos años. Se ha pasado, por ejemplo, de 1,9 a 3 millones de hectáreas arboladas en tres décadas.
La mirada está puesta, sobre todo, en los pequeños montes privados, un 12% del total, de unas tres hectáreas y que están abandonados. Entre ellos, se promoverá la agrupación para sacarles un partido que individualmente no se puede. En el resto, con capacidad de gestión sostenible, se busca poner en valor usos tradicionales y novedosos: la resina, que tras décadas en las que casi llegó a desaparecer por los bajos precios de la irrupción china, se está volviendo a recuperar y tiene un millar de productores hoy en día; productos alimentarios, como miel, castañas, piñones o micológicos -en 2013 se dieron 65.000 permisos de recolección-; o las cortas de maderas y biomasa forestal para lo cual sólo se aprovecha un 20% en parcelas particulares.
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