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Trompos y fútbol: la manera más divertida para aprender a conducir

Jóvenes de entre 18 y 24 años realizan actividades para mejorar sus capacidades al volante

Madrid Actualizado: Guardar
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Unas gafas puestas que simulan los efectos del consumo de alcohol y drogas mientras se intenta chutar un balón. Resulta imposible encontrarlo a la primera, y se necesitan varios intentos para por fin rozarlo con el pie, pero sin ser capaz de chutarlo como cualquier persona que se encuentre en condiciones normales podría hacer. Esta es una de las actividades con las que Ford pretende concienciar a los jóvenes conductores de los peligros que supone conducir bebido o bajo los efectos de estupefacientes. Pero no solo jugando al fútbol se puede reproducir esta situación. Los participantes más atrevidos también pueden utilizar estas gafas para conducir por un circuito cerrado lleno de curvas, y darse cuenta así de lo complicado que puede resultar manejar un vehículo si se han consumido drogas.

Ese mismo circuito —delimitado por muchos conos que provocan que el camino sea estrecho y muy restringido— se utiliza para advertir a los participantes de lo peligrosas que pueden resultar muchas de las actividades cotidianas que se llevan a cabo durante la conducción, como enviar mensajes, cambiar la emisora de radio, subir el volumen o regular la temperatura del aire acondicionado, entre otras. Así, mientras los jóvenes tratan de moverse con el coche por el circuito sin salirse de la ruta, los monitores les distraen pidiéndoles que realicen algunas de estas acciones.

Estas son solo algunas de las actividades que los jóvenes que asisten a los cursos de conducción impartidos por Ford pueden realizar. En su cuarta edición, «Ford, Conduce tu vida» —el nombre que recibe esta iniciativa— reunirá a centenares de conductores de entre 18 y 24 años en el recinto ferial del Parque de Andalucía de Alcobendas hasta el próximo 8 de junio. Este programa ya ha pasado por otras ciudades españolas, como Valencia, Barcelona o Zaragoza.

Derrapes

Uno de los ejercicios que tiene más éxito entre los participantes es el que consiste en derrapar. Un monitor acompaña en el vehículo a cada uno de los jóvenes que lo prueban durante aproximadamente tres minutos, y le indica las maniobras a realizar para que el coche realice uno de los denominados trompos. Así, los jóvenes viven las sensaciones que se experimentan en este tipo de situaciones. Pero esta no es la única actividad en la que se representa una situación límite. En otro de los circuitos, lo que se pide a los conductores es que aceleren para que el coche coja una velocidad alta y tengan que frenar de repente, como si se tratara de una situación de emergencia.

La confianza ciega en el vehículo que se conduce también tiene cabida entre los ejercicios que se realizan. En concreto, la actividad consiste en cerrar los ojos mientras se permite que el vehículo comience a desplazarse a una velocidad no superior a los 30 kilómetros por hora. Al final del tramo se encuentra un hinchable que representa un muro, y la tensión está en que el joven que se encuentra al volante debe confiar en que el vehículo frene de forma automática justo antes de chocar contra ese «muro».

Por último, la parte técnica tiene también mucha relevancia, por lo que un recordatorio sobre los niveles de los líquidos que debe tener el vehículo, así como sobre la importancia de la colocación de los espejos, o de la posición del asiento se convierte en fundamental para todos los jóvenes que asisten.

Varios motivos son lo que llevan a los participantes a formar parte de este programa: ganas de aprender nuevas técnicas para conducir, o de mejorarlas, pasión por el mundo del motor, o recuperación de la confianza en el coche tras haber sufrido algún accidente de tráfico. Aprendizaje con mucha diversión, una buena fórmula para perfeccionar las capacidades al volante.

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