Elvis y su estrecha relación con Cadillac

«Cuando conducía camiones, cada vez que me adelantaba un bello automóvil, me decía a mí mismo que un día u otro, las cosas cambiarían en mi vida. Y yo soñaba despierto…» (Elvis Presley)

Elvis al volante de su Cadillac Seville

Santiago de Garnica Cortezo

Su sueño se cumplirá, cuentan que llegará a comprar varios cientos de automóviles. En la mayoría de los casos serán Cadillac (unos doscientos…). El «rey» se los regalaba a amigos, e incluso a fans, como otros regalaban flores o bombones. Una generosidad respaldada por 450 millones de discos vendidos a lo largo de su vida, que le harán dueño de una inmensa fortuna.

Nuestra historia empieza en verano de 1953, en un camión, con un joven y desconocido Elvis Aaron Presley al volante. El camión es de la compañía «Crown Electric». Se trata de un trabajo temporal mientras termina sus estudios de bachillerato. Cuenta la leyenda que es conduciendo cuando su mirada se fija en el anuncio de un estudio de grabación: «Puedes grabar tu disco por cuatro dólares». Tira del freno de mano, coge su guitarra y atraviesa la puerta.

Pero el resultado le decepciona., su voz le parece torpe y el instrumento, desafinado. En enero de 1954 vuelve a intentarlo en ese mismo estudio. Ahora el director está entusiasmado. Algunas actuaciones en las radios, primeros contratos y conciertos. Elvis y sus dos músicos recorren las carreteras de Texas a Alabama a bordo de un viejo Chevrolet prestado, que pronto dejará de funcionar. Los ingresos del joven cantante le permiten adquirir el que será su primer coche personal, un Lincoln Continental de 1941. Tras ser destruido por uno de sus músicos, es sustituido por un Cadillac, también de ocasión.

En 1955, su famoso agente el coronel Parker, le prepara un contrato con la firma de discos RCA. Los cinco mil dólares que Elvis recibe como avance de sus futuros royalties, se los gasta en la compra de un Cadillac Fleetwood azul que pinta de rosa, de 1954, y que utiliza para transportar a su banda, «The Blue Moon Boys», por los estados del sur. En una entrevista, Elvis lo describió como el auto más hermoso que jamás había visto. «Lo estacioné afuera de mi hotel el día que lo compré y me quedé despierto toda la noche solo mirándolo», dijo. «Al día siguiente, se incendió en el camino». En realidad, Elvis tuvo el automóvil durante unos tres meses antes de que el revestimiento del freno se prendiera fuego. Estaba tan molesto que regresó al concesionario Cadillac y pidió un Fleetwood 60 nuevo. Era azul y tenía el techo negro, pero Presley lo hizo pintar de rosa y se lo dio a su madre, Gladys, como un regalo, a pesar de que ella no tenía permiso de conducción.

Elvis regaló muchos coches, como este Cadillac Fleetwood Brougham de 1975, que dio a su médico particular, el Doctor Nichopoulos

El mito ya está en marcha. En 1956, «Heartbreak Hotel» («El Hotel de los corazones rotos»), le proporciona su primer disco de oro, un millón de discos vendidos y su primer millón de dólares de ingresos.

Es el inicio del largo reinado del «King», con 56 millones de discos vendidos y automóviles comprados por docenas. En ese tiempo, Elvis entra en un concesionario, y se queda mirando un Cadillac Eldorado de color blanco. El vendedor no hace mucho caso a este joven vestido, en su opinión, de forma estrafalaria. Elvis sale furioso y se dirige a un hombre negro que lava los coches de la concesión. Le encarga el coche y exige que la comisión de venta le sea entregada al hombre del lavadero «que le había tratado como un caballero». Poco después de su compra, hace pintar el automóvil en color violeta.

Es este mismo año de 1956, cuando compra un Continental Mark II blanco, cargado de accesorios, que conservará durante nada menos que veinte años, hasta 1976, pocos meses antes de su muerte.

Diez años antes, en 1966, la compañía RCA le regala, como reconocimiento de su título de recordman de discos de oro, un Cadillac pintado en oro. En su lujoso interior había televisión, cadena estéreo y bar. Además de los Cadillac, Elvis también se vio seducido por los renacidos Stutz, una marca que, tras vivir días de gloria en las primeras décadas del Siglo XX y caer en bancarrota en 1937, renacería en 1968. Y en 1971 lanzaron el Blackhawk Serie 1. En ese momento era uno de los automóviles más caros del mundo, y durante el primer año de producción sólo se hicieron 26. ¿Quién tuvo el primero? Pues Elvis, que adquiriría cuatro Blackhawks más durante la década de 1970: su favorito era el Serie III debido a su interior de cuero rojo y detalles en oro.

La excéntrica personalidad de Elvis encajaba perfectamente con el Stutz Blackhawk

También modelos europeos

Su pasión por los grandes automóviles americanos tendrá algunas excepciones, como un BMW 507, que adquiere en 1958 y utiliza en Alemania durante su servicio militar. El coche, originalmente blanco y que había sido utilizado en exhibiciones de la marca y en algunas competiciones con Hans Von Stuck al volante, Elvis lo hace repintar en rojo para así disimular mejor las declaraciones de amor que sus fans dejaban impresas con pintalabios sobre su carrocería.

Igualmente tendría un Mercedes 280 SL de 1971 y dos 600 (uno para su casa en Los Ángeles y otro que mantuvo en Graceland en Memphis), un Rolls Royce Phantom V (que, cinco años después de comprarlo, en 1968, subastó con fines benéficos), un Dino Ferrari 308 GT4 de 1975 (que, se dice, solo condujo una vez pues apenas cabía en su interior) o un De Tomaso Panthera, al que pegó varios tiros, cansado de sus constates averías.

En su BMW 507 adquirido durante su servicio militar en Alemania

El último automóvil que compró Elvis, en 1977, será un Cadillac Seville color burdeos y plateado con un interior gris. Le gustaba mucho e hizo instalar una radio CB para poder decirle a su personal en Graceland que estaba de camino a casa y que se prepararan para abrir la puerta y encender la cocina…

En la tarde noche del 15 de agosto de 1977, algunos viandantes pudieron ver como Elvis se dirigía, al volante de uno de sus Stutz Blackhawks, a la clínica de su dentista, el doctor Lester Hofman.

Tres días después, un Cadillac plateado encabezaba un cortejo fúnebre formado por dieciocho Cadillac blancos: en el primero de ellos, un Miller Metetor, Elvis, el chico de Memphis que soñaba al volante de un camión, emprendía su último viaje.

«Cuando te fuiste, sabes que me dijiste

Que algún día volverías

En un coche elegante, toda la ciudad para ver, oh, sí

Bueno, ahora todo el mundo te está mirando

Finalmente tuviste tu sueño, sí

Estás cabalgando en una larga limusina negra«,

(fragmento de «Long Black Limousine», canción country que haría famosa Elvis Presley)

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